sábado, octubre 30, 2004

Las mil y una noches

Y díjose el rey para sí mismo: "¡Por Alá, no la mataré hasta que conozca completamente el final de esta interesante historia!"

Si creía que mis noches de verano eran como mínimo interesantes, ahora sé que mis noches de invierno son aún más ajetreadas:

- Laura… Laura…

Abro los ojos, y veo a Marisa de pie ante mi cama mirándome.

-¿Me ayudas a pasar la cama? Tengo miedo.

Y yo que creía que Marisa era más valiente que yo.

Os explico. Después de la respiración en su habitación, que resultó ser de mi hermana Sonia, y no de Darth Vader como empezaba a temer Marisa; acostumbramos a dormir las tres juntas en la habitación grande de vez en cuando, así que, al quedarse sola viendo la tele por la noche le entró miedo…

- …porque al pasar de canal ha salido el anuncio de la nueva peli del exorcista. Mira que son cabrones los de Antena 3…

…y tiene razón. A partir de cierta hora, no paran de poner ese anuncio para acojonar. Aún así…

-…he estado una hora viendo la tele, para ver si se me pasaba, hasta he visto Sexo en Nueva York, pero nada, que estoy acojoná.

Tratando de despertarme y levantarme para cambiar la cama de sitio, le pregunto la hora. Las dos y media. Miro a Sonia y está profundamente dormida. Mejopr. Lo raro es que durante todo el tiempo que tardamos en pasar la cama, casi por encima de ella… ni se inmutó.

En el proceso, Marisa me estaba contando que los hobbits han existido de vedad. Por lo visto han descubierto que han existido unos seres de un metro de altura y peludos. Les llaman los hobbits, así que supongo que cerca de los huesos han encontrado rastros e alguna pinta… o una pipa con tabaco de la comarca, si no, no sé como sabe que son hobbits. A saber.

Marisa acostada a mi izquierda, Sonia a mi derecha, y yo… dormida.

Me despierto, me levanto, me acusto, y escucho que Sonia está hablando. Agudizo el oído… jejeje… a ver si me entero de qué está soñando.

-¿Y cómo sabe él que nosotras ksljdfiwhenc?.dice después.

A mí se me ocurren tres preguntas en ese momento:

1- ¿Quién es él?
2- ¿Qué es lo que sabe?
3- ¿Cómo sabe lo que sabe?

Pero Sonia queda muda. Vaya. Con lo que habla ella durante el día, y va y se calla ahora.

Ala, a seguir durmiendo.

Esa noche fue relativamente normal. La noche anterior o la anterior a esa, me acojoné yo.

Estoy teniendo una pesadilla. Algo sobre una muerta en mi salón, a la que tengo que analizar de algún modo. La culpa es de Stephen King, seguro, pero por ahora le perdono porque me he despertado. Me siento en la cama, empiezo a beber agua y…

-¡Ha pasado algo!- dice Sonia detrás de mí.

¿Qué ha pasado algo? ¡Claro que ha pasado algo! ¿No has oído mi corazón detenerse cuando me has gritado? ¡Estoy sufriendo un infarto! Trato de marcarme un putno, sonando relajada, pero en realidad me estoy felicitando por no haber gritado.

-No ha pasado nada- le digo

-Sí, ha pasado algo, lo he notado.

“Mira, niña, o te callas, o te callo”. Pienso para mis adentros. “¡Esas cosas no se dicen a las cuatro de la mañana después de haber tenido una pesadilla!”

-No ha pasado nada- le repito más para mí que para ella.

Y va Sonia… ¡y se duerme! ¿pero como puede alguien dormir cuando ha estado a punto de matar a otro alguien de un susto? Esta hermana mía un día de estos acaba conmigo.

O yo con ella, porque otra noche, volvía yo de la cocina a eso de las tres de la mañana, cuando me di un golpe con la cama. Sí, ríanse, pero no es nada fácil orientarse en una habitación con tres camas y dos compañeras que te pegan sobresaltos por la noche.

Y allí estaba yo, frotándome la pierna y aguantándome las ganas de maldecir la cama en voz alta, cuando escucho:

-¡Tata! ¿Tú quieres matarme de un infarto?

- ¡Infarto el mío, que soy la que se ha dado el golpe!

-¿Golpe… que golpe?

-¡El que me he dado con la cama! ¿Tú qué crees que has escuchado?

-Pensaba que habías cerrado la ventana a mala leche.

Ya le vale. Aunque eso da igual… a los dos minutos está dormida, como siempre.

Pero independientemente de estos altercados, en el fondo me quieren, y no quieren matarme de un susto. Esta mañana sin ir más lejos. Me levanto, estoy en el salón desayunando, y llega Sonia en pijama a decirme que me vuelva a la cama. Yo me quedo pensando en si es sonámbula y no sabe lo que dice, pero antes de que pueda ponerme a analizarle las múltiples desventajas de volverse a la cama cuando ya son las once y media de la mañana, me dice…

-No, si Isa yo estamos despiertas, hablando en la cama, y faltas tú.

¡Acabáramos! ¡Hacedme sitio, que voy! Con lo divertidas que son ellas dos recién despiertas…

sábado, octubre 09, 2004

El fantasma de Canterville

Después del trágico accidente ocurrido a la duquesa, ninguna de las doncellas quiso quedarse en casa, y lady Canterville no pudo ya conciliar el sueño, a causa de los ruidos misteriosos que llegaban del corredor y de la biblioteca.

Hace un par de semanas que estoy en un piso de estudiantes en Murcia, con mi hermana Sonia y mi amiga Marisa. Puede parecer que eso de estar en un piso de estudiantes es una juerga continua de jueves a jueves, pero en nuestro caso las mayores juergas que nos corremos son las sesiones de cine con palomitas, o jugar al trivial de El señor de los anillos.

El primer día, o la primera noche, decidimos ver una de terror japonesa, para ir abriendo apetito, de modo que Marisa se trajo Dark Water y nos pusimos a ello. La película va de una madre y su hija que se mudan a un piso nuevo en el que hay mucha humedad y el fantasma de una niña en el piso de arriba. Bonito argumento para ver la noche en la que te mudas a un piso nuevo. Aquella noche, investigamos por si había manchas de humedad en el techo pero no encontramos ninguna, de modo que dimos por supuesto que no había fantasmas por allí cerca.

La primera noche la pasamos bien, salvo por un pequeño inconveniente. Tenemos una botella de agua dentro del frigorífico, de modo que cada cierto tiempo, hace un ruido, como un crujido, porque el agua se está enfriando dentro. Este ruido se oye por toda la casa cada vez que pasa.

Durante la primera noche no hay ningún incidente más, pero la segunda… en la segunda noche, Marisa apenas durmió. Resulta que, según nos contó al día siguiente, de noche escuchaba una respiración en su habitación. Yo, en mi afán inconsciente por usar la razón en todo aquello que puede parecer no razonable, le sugiero que quizás escuchaba la respiración de mi hermana, ya que Sonia respira muy fuerte mientras duerme, y Marisa tiene un oído muy fino de noche. Pero ella no estaba del todo convencida y me sugirió que esa noche yo durmiera en su cama y ella en la mía.

Llega la noche y al final decidimos dormir las tres en la misma habitación. Esa noche, tratamos las tres de descubrir cualquier inspiración, expiración, susurro, suspiro o bostezo que nos sonase a sobrenatural, o más bien queríamos algo de tipo natural, ya que eso significaría que no había fantasma posible. Pero aparte del sonido de la botella al que nos estamos acostumbrando ya, lo que oímos fue algo muy distinto de lo que esperábamos…

Cuando por fin nos callamos las tres y empezamos a querer dormir (unos cuarenta y cinco minutos después de habernos acostado), escuchamos una risa contenida de la cama de Marisa. Sonia y yo nos echamos a reír hasta que Marisa nos explica que cuando duerme con alguien en la misma habitación, le da la risa en mitad de la noche, y entonces es cuando las tres nos reímos sin poder controlarnos durante otros cuarenta y cinco minutos más. Pero esto me da pie a pensar que si le da risa cuando hay alguien en la misma habitación y la noche anterior no le dio la risa, sino que estaba acojonada, sería por que no había fantasma ninguno, pero me duermo antes de poder exponer en voz alta mis conclusiones.

Antes de acostarnos le había recomendado a Marisa que estuviese muy atenta de la respiración de Sonia para que comparase con la que había oído el día anterior, y por la mañana nos dice que la respiración es diferente. De modo que igual tenemos un inquilino en el piso que no paga el alquiler. Marisa empieza a hacer sus conjeturas y asegura que la presencia que siente en su habitación es femenina (esto echa al suelo la teoría de que el dueño de la respiración pueda ser Darte Vader, lo cual, según Marisa, le daría mucho más miedo que si fuera un simple fantasma).

La segunda noche de experimentos, Marisa decide quedarse a dormir con nosotras y seguir buscando al dueño o dueña de la respiración incordiante, y esa noche, sí que escuchamos algo, además de la botella, claro.

A mitad de noche, cuando Sonia y yo ya estábamos en la frontera del país de los sueños, mirando a Morfeo que nos atraía hacia sí, con su bolsa de arena preparada para echárnosla en los ojos, escucho a Sonia que se despierta de golpe y dice:

-¡Tata! ¡Tata! ¡He escuchado la respiración!

A lo que Marisa aclara.

-Has sido tú.

Yo intento averiguar de qué hablan estas dos y sigo oyendo que Sonia dice.

-No, pero es que ha sido la respiración como tú decías. Primero respirando normal, y después más fuerte. ¡Lo he oído!

Y Marisa otra vez:

-Sí, yo también lo he oído. Has sido tú.

De modo que me río un rato, le doy las gracias a Sonia por despertarme cuando tenía a Morfeo tan cerca, e intentamos seguir durmiendo.

Al día siguiente, Marisa hace un experimento, y en mitad del salón, empieza a decir a voz en grito:

-¡Si hay alguna presencia en el piso, que haya ruido con la botella!

Y seguidamente se quedaba con cara de terror rezando para que no se oyera la dichosa botella. Después de varios intentos fallidos más, decidió que eso era jugar con fuego, y decide dejar el juego y dar por supuesto que la respiración es de Sonia o de algún vecino.

El domingo pasado, vamos a dormir cada una en nuestra habitación (yo con Sonia), y un rato después de acostarnos escuchamos la maldita botella, de modo que…

-Sonia… ¿has escuchado eso?

-¿Qué? ¿La botella?

-Sí.

-Sí.

-Pues… siento decirte que… no hay ninguna botella. Marisa y yo hemos decidido sacarla esta noche para que no molestase.

-¿En serio?

-Muy en serio.

Al día siguiente comentamos lo de la botella, pero no sacamos en claro una cosa… Si no hay botella dentro del frigorífico… ¿qué es lo que cada veinte minutos más o menos hace ese sonido?

jueves, septiembre 23, 2004

El coloquio de Monos y Una

Monos: Sí, nombré a la muerte. Y aquí… ¡cuán singularmente suena esa palabra que antes llevaba el terror a todos los corazones, que manchaba todos los placeres!”

Anoche Gastoff me convenció para que viera con él “El planeta de los simios”. Pero primero les hablaré de Gastoff. Gastoff es mi mono. De modo que cuando se enteró de que daban “El planeta de los simios”, quiso verla, y no se le puede negar a Gastoff ver una película. Es un cinéfilo empedernido. Como se le meta en la cabeza que quiera ver una película no acepta un no como respuesta. De modo que se quitó las gafas de sol que le robó a Garfield (el gato de Eugenio), y nos pusimos los dos a ver la película. Los títulos de crédito ya fueron demasiado largos (y muy sosos), pero Gastoff no se deja impresionar por unos títulos de crédito largos y sosos, así que estaba entusiasmado por ver una película con sus semejantes.

Durante el principio le pregunté si acaso salía algún familiar suyo en la película, pero me dijo que no. Sólo un tío suyo quiso ser actor, y se presentó al casting de “En busca del arca perdida”, pero le dieron el papel al novio de la mona de Spielberg. El tío de Gastoff acabó haciendo películas de segunda categoría, pobre, pues según me ha dicho Gastoff, era un gran actor, y hubiera llegado lejos de haber tenido una gran oportunidad.

También trato de explicarle a Gastoff que la película que estamos viendo es una especie de remake de otra película, pero no le cuento lo de la Estatua de la Libertad para no estropearle el final. Cuando el protagonista aterriza en el planeta de los simios, Gastoff se lleva una desilusión. Esos no son simios, son humanos disfrazados de simios, con grandes efectos de maquillaje, pero suerte de que dan anuncios, porque durante ellos pude convencer a Gastoff de que siguiera viendo la película. No paraba de repetir “cuánto intrusismo, si mi tío levantara la cabeza…”

Pero conseguí que siguiera viendo la película. Seguí explicándole cosas, mientras me preguntaba por qué Tim Burton se mete en camisas de once varas. Con lo que me gustan a mí sus historias originales, y tiene que ponerse a dirigir un remake. Así sólo conseguirá ser el director menos favorito de Gastoff, como ya lo es de mi hermana María Cristina, después de que viera “Eduardo Manostijeras” porque dice que no le gusta que al final no se queden juntos (he intentado explicarle que el amor entre Winona Ryder y una especie de Johnny Frankestein Depp no puede funcionar, pero a ella le da igual).

La película estaba acabando (y Gastoff ya se había resignado desde hacía rato a que no le gustase la película), y yo espero que salga la Estatua de la Libertad, como Dios manda, pero sale una nave. Pero no pierdo la esperanza, igual sale luego. Todo acaba, el prota se va a la Tierra, y yo pienso… “bien, ahí estará la Estatua de la Libertad” y miro a Gastoff pensando “qué sorpresa se va a llevar”. Pero la Estatua de la Libertad ha sido sustituida por la estatua de Lincon con cara de simio. Que igual tiene sentido, conociendo a Tim Burton, pero no sé yo.

Gastoff acaba muy cabreado, y le prometo ver otro día “King Kong”, pero no le digo que Peter Jackson está preparando un remake, no vaya a ser que se niegue a verla.

Por último, le doy un beso de buenas noches, y le acuesto a dormir.

martes, septiembre 21, 2004


prueba Posted by Hello

lunes, septiembre 20, 2004

El sueño de las calaveras 2º

"Es así, cuando toca en cosas imposibles, y piadosas, que los sueñan Reyes, y grandes Señores, como se colige del doctísimo, y admirable Propercio en estos versos..."

Hoy os voy a contar otro sueño. Puede que me repita, pero es que me lo paso tan bien en mis sueños que no puedo evitarlo. Este ocurrió hace un par de días. Yo me acosté a dormir tan tranquila, y me puse a pensar en la última película que había visto (Cold mountain, o quizás otra), y de lo último que estaba leyendo (“El cuerpo” de Stephen King), y de repente, sin venir a cuento, me veo vestida de geisha a la entrada de un club. Supongo que esto fue motivado por “Memorias de una geisha” que lo leí hace poco, pero el caso es que ahí estaba yo, con una amiga (amiga en el sueño, que no en la realidad), tratando de engañar al portero para que nos dejase entrar. El caso es que yo estaba vestida así y trataba de entrar al club, porque yo era agente secreto. Sí, señores, agente del servicio secreto de su majestad. De pequeña era uno de los empleos que yo quería tener cuando fuera mayor. Demasiadas películas de James Bond, supongo.

Cuando consigo entrar al club, había por allí una panda de mafiosos. Yo era un componente del grupo, me había logrado infiltrar, y estaba tomando notas mentales y tal cuando alguno de los mafiosos dice que hay alguien infiltrado en el grupo. Yo pongo cara de “yo no he sido” porque en fin, ya se sabe como son estos mafiosos: llevas un micro oculto y empiezan a mirarte con mala cara, y como se enteren de que en realidad perteneces al servicio secreto, ya ni te cuento.

El capo empieza a acercarse a mí, y empiezo a planear una escapada en plan Kill Bill. Sí, lo sé, demasiado cine; pero me apasiona. El caso es que cuando ya me veo repartiendo patadas antes de que a los mafiosos les dé tiempo de sacar sus recortadas, el capo se acerca cada vez más a mí y de repente…
me despierto. De la impresión de no verme en mitad de un club rodeada de mafiosos cabreados me muerdo el labio (cosa que no recordaría hasta por la tarde de ese día).

Pero que lástima despertarme. Con lo que me gusta a mí ser agente secreto…

sábado, septiembre 18, 2004

La Odisea

"¡Oh diosa, hija de Zeus!, cuéntanos aunque no sea más que una parte de tales cosas."

¿Nunca habéis tenido uno de esos días en los que parece que todo se pone en vuestra contra? Pues mi día de ayer, fue uno de esos. Resulta que tenía que ir a hacer la matrícula para hacer el CAP, es decir, una especie de curso obligatorio para hacer oposiciones a profesor, y ese día… todo estaba en mi contra. Me sentí como Ulises tratando de llegar a Ítaca y con todos los dioses en mi contra.

7:30
Me levanto, pensando en que a estas horas de la mañana deben de estar cerradas las calles y no me van a dejar salir de mi casa, por lo que no se por qué me molesto, si no voy a poder llegar a ninguna parte.

8:02
Paso cerca de un bar en el que ponen una pizarra en la puerta todos los días con una cita de algún escritor o reflexión de algún artista y/o pensador que suelen molar, así que la leo. La de hoy dice: “La mayoría de lectores meten los libros en la biblioteca, la mayoría de escritores meten la biblioteca en los libros”. Si lo piensas bien, tiene su lógica, de modo que sigo mi camino pensando en la frasecita, aunque me gustaba más una que había escrita en una pared que decía: “Soñándome despierto o dormido, mis sueños nacen marcados por unos pasos imposibles. C. Baudelaire”.

8:15
Llego a la parada y me quedo con cara de “¿qué pinto yo aquí a estas horas de la mañana y por qué no tengo coche?” durante un buen rato.

8:25
Llega el autobús a Murcia y después de pagar mi billete, el conductor me dice que no hay sitio. Me quedo con cara de “yo no me bajo del autobús aunque venga Keanu Reeves diciéndome que hay una bomba en él”, de modo que dejo que el conductor llame a cuatro o cinco personas para buscar una solución. Decide sentarme en el asiento de al lado del conductor y llevar al resto de pasajeros que se han quedado sin asiento a un lugar donde puedan coger otro autobús.

8:35-9:10
Viaje en autobús. Sigo con cara de “¿qué hago yo aquí?” y “¿por qué no tengo coche?”

9:15
Vago como un gato por las calles de Murcia buscando una fotocopiadora abierta. Cuando la consigo, saco las fotocopias correspondientes, y salgo pitando a coger el autobús a Espinardo (la universidad).

9:50
Me bajo en la parada de “Facultad de Educación”. Después de esperar un buen rato, me dicen que me he equivocado de sitio. Sí, lo sé. Tendría que bajarme en la facultad de Ciencias de la Educación. Vaya error. Después de sentirme como Lisa Simpsons en el capítulo en que va al museo, y en vez de subirse en el autobús 18 se sube en el 18A; y en él no llega a la zona 52, sino a la zona 52A, donde hay un cartel muy gracioso con un mapa, y en el que pone “Usted está aquí, nosotros no”; voy otra vez a la parada y me quedo con cara de “¿a qué hora pasará el próximo autobús?”

10:30
Me canso de ver pasar camioneros que se me quedan mirando (decidido, es la última vez que me pongo falda para coger cinco autobuses en un mismo día). Y decido ir andando. Después de todo, solo hay aproximadamente siete centímetros desde donde estoy hasta donde tengo que llegar en el mapa que me ha dado la señora de secretaría, de modo que no puede haber mucho.

11:00
Después de pasar siete facultades, varios aularios, unas instalaciones deportivas, y dos hospitales (uno veterinario y uno de medicina), llego por fin al edificio D donde está el Instituto de Ciencias de la Educación, o ICE (que después critiquen los TIMOS de Harry Potter). Una vez allí pago 1.20 euros por un sobre de matricula y un pequeño libro cuya información podría haber conseguido en internet, cojo número y subo al tercer piso para hacer la matrícula. Allí me entero de que va por vez, y no por número, como en las carnicerías.

11:50
Diez personas delante mía (de las cuales dos iban a preguntar una cosa, y cuatro las han atendido en otro sitio por otras razones), han tardado cincuenta minutos en hacer su matrícula. Justo antes de que me toque, me pregunto a qué se dedica exactamente una señora que había al fondo, que se pasó veinticinco minutos de reloj hablando con alguien sobre su hija. Me reafirmo en mi decisión de querer ser funcionario del estado, y hago mi matrícula. Cuando veo el precio, casi me da un patatús, pero no puedo desmayarme porque tengo que coger otro autobús para volver a Murcia.

12:15
Esperando el autobús me hago una pregunta que será una incógnita el resto de mi vida. Resulta que en Murcia hay unos carteles que te indican qué tiempo falta para pasar el siguiente autobús, pero mi reloj debe atrasar, porque cada minuto del cartel, dura unos noventa segundos de mi reloj. Qué cosas. Otro error que cometí aquel día fue pensar con lógica. De pequeña me enseñaban en clases de matemáticas: “Si hay mucha gente que quiere ir de un lugar a otro, y de ese otro lugar al primero… ¿qué es lo lógico?” Mi respuesta es que pase un autobús cada diez minutos, pero en Murcia debe parecerle lógico que pasen tres juntos cada treinta. Con cara de “qué equivocada estoy con esto de la lógica, emprendo mi vuelta a Murcia.

12:50
Llego al lugar de encuentro con dos amigas (¡Hola Isa!), y descanso un momento.

13:15-13:45
Paso el tiempo en mi piso de Murcia y cuando nos entra hambre, nos vamos.

13:45-14:10
Volvemos a esperar otro autobús, pero viendo que no llega, nos vamos andando.

14:10
Cómo me gusta la comida china. Qué bueno está el arroz tres delicias. Que bien sienta el Wan-Tun frito después de un duro día de autobuses.

15:30
Otra espera más para otro autobús más. Si vuelvo a coger otro autobús hoy, me suicido. Vuelvo a querer un coche. Tendré que participar en todos los concursos que se sortee un coche que pille.

16:15
Llegamos al cine, compramos chocolate, y esperamos en la sala a que empiece. Vemos a unos chavales con pinta de estar en la edad del pavo, y nos tememos lo peor.

17:03
Empieza la película, La maldición 2, y nuestras peores sospechas se hacen realidad. Sonido de la madre de Toshio cuando quiere matar a alguien, y maullidos, todo ello por parte de los adolescentes antes mencionados.

18:00 (aprox.)
Muy cabreada, y después de gritarles algo a los “importunantes”, salgo a por el acomodador, y le amenazo con denunciar al cine si no hace que los importunantes se callen. De modo que entra en la sala, mi amiga Isa le dice que los importunantes son dos “pirulines” de la izquierda, y todos los de la fila de atrás, y el pobre acomodador tiene que acabar viendo a Toshio durante toda la película, para que nadie hable.

20:00
Cogemos el último autobús del día (después de pensar en la amenaza de suicidio de las 15:30), y vuelvo a Cartagena.

Vaya día.


sábado, septiembre 04, 2004

Un desafío: drama en tres actos y en prosa.

SIDNEY.- ¿Qué he hecho yo para merecer tanta dicha, miladi?


Que divertida que es la televisión. En cuatro minutos de una telenovela elegida al azar…

Un tío calvo con un parche en el ojo, se entera de que una tal Marcela, o Miurca, o algo por el estilo, está embarazada. Por lo visto, él la violó en algún capítulo anterior, y para acabar su venganza (no han dicho de qué se quiere vengar si fue él el que la violó a ella, y no al revés), quiere quitarle al niño y darlo a un orfanato. De modo que para enterarse si de verdad es suyo, va a ver a su madre (a la madre del del parche, no de la chica embarazada), y ella le dice que es cierto que está esperando un hijo, pero entonces aparece el hermano (otra vez el del del parche), y le dice que tendrá que pasar por encima de su cadáver si le quiere quitar al niño a la chica en cuestión. Después de una discusión, y de que uno de los personajes diga algo así como “Yo te juro que ví a Marcela con este único ojo que me queda” (a ver si alguien adivina cual de los personajes lo dijo). El caso es que la madre de estos dos, y el hermano bueno, deciden ir a ver a Marcela para decirle lo que ha pasado. Me doy cuenta de que repiten mucho lo que pasa para que nadie se pierda, y si alguien pasa la tele de canal por casualidad, se entere bien de que va la cosa y empiece a picarse. Se me acaba de ocurrir un experimento. Consiste en ver una vez al día cinco minutos sólo de una telenovela cualquiera. Apuesto lo que sea a que el sujeto del experimento no se perderá nada interesante, y se enterará de toda la historia. Si alguien se ofrece voluntario para que experimente con él, que me lo haga saber.

Después sale una chica muy rubia que está mirando ropa de bebé, por lo que deduzco que es Marcela (ya tenia ganas de verla, tanto hablar de ella). Cuando se entera de lo que ha pasado se cabrea mucho, mucho, y les dice a todos que el hijo que espera es de un doctor. Sea como sea, no me espero a que salga el doctor este. Me aburro. ¿qué estarán dando en otros canales?

Vaya, un programa de estos en los que se cuenta la vida de los famosos. En un cartelito azul, en el borde inferior derecho de la pantalla se lee: “María: fui testigo de los malos tratos de Ernesto a Carmina”. Por lo visto una tal María está hablando de la vida de otras personas ajenas a ella, y dando su opinión de lo que pasó. La presentadora pone cara de “Me voy a mostrar condescendiente con esta mujer siempre que ella siga hablando de los famosos, que es lo que le gusta a la audiencia”. El resto de personas en plató, haciendo preguntas a la tal María. Me aburro. ¿Qué darán en otra cadena?

Vaya, introducción a un nuevo programa titulado “La granja”. Esto es como Gran Hermano, pero más aburrido, así que cambio de canal.

Este está codificado. Pero visto lo visto, es mejor que otras cosas que dan en otros canales. De todas formas no me entero de nada, así que…

¡Documental! Esto sí que me gusta. A ver si va de algo interesante. Vaya, se titula “Nuestros caminos de Santiago”, y parece que acaba de empezar. Quien habla es un tal Mateus, que dice ser “el guardián de los caminos”. También sale más gente hablando de sus experiencias en el camino de Santiago. Vaya, echo de menos a los animales que suelen protagonizar estos programas. El típico león que lucha con la típica hiena para comerse al típico elefante, y cosas así. Aunque una amiga mía dice que últimamente está viendo unos documentales muy interesantes. Tratan de lo que hay de verdad en las leyendas, como por qué muere la gente que profana las pirámides de Egipto, o si existen realmente los vampiros. Tendré que conseguir alguno de estos…

Vaya anuncios. Esto si que es interesante, o lo era. Ya no son como antes. Ahora hay alguno bueno, pero antes… eso sí que eran otros tiempos. Pero esta es otra historia, y debe ser contada en otra ocasión. Por ahora me quedo con la publicidad, y si alguien quiere escucharme, le diré que si quiere sacarle partido a su televisor, que lo use para poner encima la típica figura de la sevillana, que siempre queda como muy español.

Yo por ahora apago la tele, y me conecto a internet, que además, para cuando dan una película buena, siempre es de madrugada… otro motivo más para hacerme vampiro.


viernes, agosto 20, 2004

El sueño de las calaveras

Los sueños (dice Homero) que son de Júpiter, y que él los envía. Y en otro lugar, que se han de creer.

Todos tenemos sueños, y no me refiero a sueños a cumplir en un futuro, sino sueños cuando dormimos, generados por el subconsciente, y sobre los que no tenemos ningún poder. Mas bien son ellos los que tienen poder sobre nosotros.

Sé que muchos no recuerdan sus sueños, y a ellos les compadezco. Más que nada porque a mi me gusta soñar. Me encanta soñar, sobre todo porque suelo tener sueños impredecibles, y de lo más variado. Y es de esto de lo que voy a hablar, de mis sueños, no sin antes excusarme por no haber escrito mi blog desde hace... bueno, desde hace mucho.

Anoche me acosté como siempre, y me dormí como siempre una media hora después. De repente me encontraba en una sala de operaciones, iban a operarme de un tumor y ya me habían puesto la anestesia. Yo estaba esperando a que hiciera efecto, y los médicos también. Pero ellos empezaban a impacientarse y yo tenia miedo de que empezaran antes de tiempo, así que quería dormirme. Por un extraño efecto contrario, en vez de dormirme, me desperté con una extraña sensación de ¿por qué no estoy en una sala de operaciones? y... ¿qué ha pasado con mi tumor?

Algo contrariada, fui a la cocina pero no podía quitarme la sensación de miedo. En ese momento hubiera sido normal encontrarme a un médico en el pasillo que me dijera algo así como: "Vuelva a su cama, señorita Pérez, tenemos que empezar".

El caso es que volví a la cama y cuando me dormí, ya me habían operado. Es raro lo que sucede en los sueños. Si tienes un sueño agradable y te despiertas, no sueles reengancharte, pero si es una pesadilla, seguramente no podrás salir de ella hasta que se hace de día. Bueno, ya estoy operada, pero aún tengo los puntos de sutura frescos de modo que... ¿qué hago yo en un cine? Y lo más importante... ¿que hago yo, recién operada en un cine que está a 1200 km de mi casa? Vaya, ahí veo a mis padres, quizás ellos me expliquen algo. Me acerco a ellos y me quieren llevar a casa. Yo me encuentro muy mal. Pero, ¿qué digo? ¡Claro que estoy mal! Me acaban de operar de un tumor y estoy en el cine. A veces los sueños tienen una lógica apabullante. Me llevan a casa en taxi, y me despierto. Ahora sí que estoy desconcertada.

Pero esto no es nada. Creo que fue mucho más raro aquella vez que soñé que estaba en mitad de una guerra, yo era una de las cabecillas, una de las importantes, y de repente, en mitad de una batalla crucial para la guerra... me encuentro en una especie de cine muy raro, con las butacas a unos 5 metros de altura, y recibiendo consejos de David Carradine. Que direis vosotros... ¿qué iba a hacer David Carradine dando consejos de guerra a esta tía en un cine con las butacas a unos cinco metros de altura? Pues eso mismo me preguntaba yo. Igual las butacas estaban a esa altura porque tenía miedo de que llegase Uma Thurman con su katana y le matase, que todo puede ser en un sueño. El caso es que acepto su consejo, sea el que sea, y sigo con mi guerra.

Y hablando de guerra... ¿pues no soñé yo el otro día que volvía a ser la cabecilla de un grupo rebelde, pero esta vez en mitad de la guerra de Secesión? Y disimulaba haciendo como que buscaba un cine en el que ver una película. (Para los curiosos, mi bando ganaba ambas guerras con el método de las guerrillas). Pero es que el cine ha marcado mi vida. He soñado con casi todas las películas que he visto, o con alguno de sus personajes. Cuando hay una película que espero durante mucho tiempo, acabo soñando tres o cuatro veces con ella justo antes o después del estreno. Pero, ¿qué queréis? si cuando fui por primera vez al cine tenía tres meses y medio de edad. Una cosa así tiene que marcar en la vida de una persona.

Y antes de acabar, haré un repaso a los buenos sueños, a los de terror. Más terrorífico que soñar con que te hagan una operación a vida o muerte unos médicos impacientes, es soñar con los personajes de las películas de terror. Regan ha estado varias veces en mis sueños, y también Caroline (que miedo me da esa niña aunque si lo piensas bien, en la película ella no era mala). Los nuevos niños también han estado presentes en mis pesadillas: Toshío, Samara, y otros. Pero el peor... el peor no salía en ninguna película, sino en un anuncio de televisión.

Ustedes recuerdan un anuncio en el que un señor quería ser el primero en llegar al polo norte, vestido con su traje de primera comunión, cantando las canciones de Georgie Dann, con Georgie Dann? Pues una vez me dormí, y de repente ví a ese señor. No se rían, no. Si alguien soñase que en su habitación se encuentra ese hombre, con su traje de marinero, y cantando La barbacoa, más de uno se asustaría. ¡No había pasado tanto miedo desde que me tapaba con las mantas hasta el cuello en pleno verano porque creía que Drácula iba a venir para morderme (y si me dormía, era peor, porque Freddy Krueguer acechaba en mi mundo onírico).

Pero a pesar de todo operaciones, niños tenebrosos y Georgie Dann, me encanta soñar. Es una alternativa a la vida real. Una alternativa mucho mejor que el mundo real. Como dice uno de mis escritores favoritos en uno de sus mejores libros, soñar tiene la función de liberarnos de la vida real. Si el sueño es agradable, lo pasamos mejor durante un rato, y si es una pesadilla, cumple su función al despertarnos y descubrir que todo es un sueño. Mi consejo: "Soñad y vencereis".

Dulces sueños a todos.

sábado, julio 24, 2004

Morlocks

Aquella mañana Cuqui se despertó siendo un insecto muerto.

Me ha emocionado la historia que Marisa, una amiga mía, ha puesto como comentario a mi post titulado La metamorfosis.

En él narra la historia de Cuqui, una cucaracha inteligente que se hizo amiga de una mortal. De modo, que antes de seguir leyendo, recomiento que vayais a los comentarios de ese post y leais la historia completa antes de continuar leyendo.

Una vez hecho esto, paciente lector, pasaré a rebatir la teoría de Isa sobre el intento de amistad de las cucarachas.

Las cucarachas, como bien has dicho, son O.T.N.I.s. Y como los O.V.N.I.s sus intenciones nunca son buenas. Su intento de colonizar el planeta, es conocido por todos. Se meten en nuestras viviendas, hurgan en ellas, hasta lo más escondido de su ser, y se instalan allí. Allí forman colonias enteras, y según tengo entendido, tienen un programa militar muy cualificado para salir de las profundidades de la tierra y estudiar al ser humano. Porque en una cosa tienes razón, mi querida amiga, las cucarachas son seres inteligentes. Muy inteligentes. Envían a sus soldados para investigar cómo acabar con el ser humano.

¿Acaso crees que un ser humano inventaría una bomba de capacidad tal para acabar con el resto de su especie? No, amiga mía. El invento de la bomba atómica es obra de una cucaracha. Quizás actuando a través de un ser humano. Quién sabe si el inventor de la bomba atómica no es sino una cucaracha que se despertó un día convertido en un enorme ser humano. ¿Qué puede hacer una cucaracha convertida en ser humano? Inventar un sistema de destrucción que acabe con la raza humana y no con la suya propia.

Esa es la realidad. La cucarachas, sin nuestra aparente inteligencia superior, y sin necesidad de nuestros pulgares opuestos, están planeando dominar el mundo. Desde las profundidades de la tierra, surgen de vez en cuando, y se dejan matar algunas para hacer creer al ser humano que somos superiores a ellas. Son como los morlock, que acabarán dominando el planeta y sus alcantarillas.

En realidad, tu madre es la más sabia, pues descubrió a uno de esos morlockucarachas, y acabó con Cuqui antes de que ella avisase a sus compañeras y estableciesen un centro de operaciones en tu propia habitación.

Aunque es posible que Cuqui sea una renegada de su propia especie y en verdad quisiera establecer una amistad contigo. En todas las especies hay renegados. Lo que no iba a imaginar Cuqui es que nos daría a los seres humanos un arma muy poderosa para poder acabar con su propia especie: Javier Sardá. El día en que las morlockucarachas surjan de las profundidades, todos los seres humanos sintonizaremos Crónicas Marcianas y cuando las morlockucarachas estén hipnótizadas frente a nuestros televisores, podremos caer sobre ellas y recuperar nuestro poder supremo sobre la tierra.

Esta es la verdad, amiga mía. Los morlockucarachas son nuestros enemigos. Y si bien Cuqui pudo ser una gran amiga, también es posible que fuera una espía. De modo que no te lamentes por su pérdida. Sé que hay otras especies bicheriles que sí quieren nuestra amistad. Otro día te presentaré a Aracnis, la araña que me canta nanas por la noches para que me duerma.

Hasta entonces, sugiero a todo el mundo que tenga cuidado con esta especie subterrestre.

viernes, julio 23, 2004

La hojarasca

Y yo me pregunto…
 
¿Por qué en los funerales de las películas y series siempre llueve? Que no digo yo que me parezca mal, pero que llueva en el 90% de los funerales que vemos en el cine, invariablemente del mes en que muera el protagonista del funeral en cuestión… me parece raro. Por que claro, si el funeral es en noviembre, enero, o incluso abril, me parece bien que esté diluviando, pero, ¿y si el funeral es en julio? Porque digo yo… ¿La gente en el cine se muere en julio? Aunque bueno, quizás arreglan el guión para que todo ocurra en los meses propensos a la lluvia.
 
Y no sólo es el hecho de la lluvia en los funerales. Pregunta para subir nota: ¿quién reparte los paraguas en los funerales cinematográficos? Porque ahí todo el mundo tiene un enorme paraguas negro: la chica, los familiares, los amigos, e incluso el cura que oficia el funeral tiene a alguien a su lado sujetándole el correspondiente paraguas negro. Todos resguardados bajo la lluvia… menos el protagonista. Que será muy protagonista, pero no tiene su paraguas negro. ¿Será que queda muy bonito en cine poner al protagonista con la lluvia cayéndole por la cara, mojando sus ojos llenos de rabia por la muerte del susodicho?
 
Y eso independientemente de que el protagonista esté estrechamente relacionado con el cadáver… o no. Porque eso no importa. Muera quien muera, a su funeral siempre van una docena de personas que son todos, protagonistas principales o secundarios de la película o serie. ¿Qué alguno de los secundarios no conocía al muerto? Da lo mismo. En el contrato pone que tiene que estar ahí, poniendo cara triste, sujetando ese paraguas negro, y empapándose los zapatos en los charcos que se producen en la hierba.
 
El final de los funerales, es siempre el mismo. Los familiares del difunto se meten en un enorme coche de color negro (aunque en otras partes de la película o serie, el coche familiar fuese una ranchera de color naranja chillón). La chica se va con ellos, por supuesto. Pero el protagonista no. Ese se tiene que ir bajo la lluvia, sin paraguas, con cara triste (o llena de odio preparando la venganza del asesinato del difunto), hacia el lado contrario a los demás. Da igual hacia dónde se vaya el resto. El protagonista se va justo por el lado contrario, aunque tenga que dar un largo rodeo para llegar a su casa (bajo la lluvia, por supuesto).
 
Si es que los guiones están empezando a ser demasiado predecibles.
 
Cambiando radicalmente de tema. Ayer fui al cine a ver de nuevo Harry Potter y el prisionero de Azkaban. Me encanta la película (ya me gustó mucho el libro). Por muy en contra que esté de J. K. Rowling por el último libro, hay que reconocer que esta mujer ha hecho mucho. No sé de donde sacará sus ideas (quizás sea una mezcla de todo lo que haya leído en su vida, una especie de mezcolanza de plagios), pero aún así, hay que reconocer que la saga me encanta.
 
La película está muy bien hecha. Vale que faltan muchas cosas, pero lo que está está  muy bien. Destacable es Gary Oldman como Sirius Black (pero como me gusta Sirius Black), y todo el final de la película. Desde que aparece el perro negro y se lleva a Ron Weasly hacia el Sauce Boxeador. A partir de ahí todo me encanta. La discusión entre Snape y Sirius es de lo mejor, y también la conversación de éste último con Harry. Vale que me dé mucha rabia que Lupin no se tome su poción y escape Peter Petigrew, pero supongo que es lo mejor para la saga. Si todo sale bien, se acabarían los libros, ¿no? Sólo decir que espero que el sexto sea mejor que el quinto aunque no salga uno de mis personajes favoritos.
 
Vaaaaale. Quizás yo esperaba que sabiendo lo que pasa, Lupin se tomase la poción. Pero nada. Creo que por muchas veces que vea la película, él seguirá olvidándose de eso una y otra vez. Mira que son olvidadizos los licántropos.

viernes, julio 16, 2004

La metamorfosis

Aquella mañana, Gregorio Samsa despertó convertido en un enorme insecto.
 
Anoche, yo me desperté escuchando a mi hermana llamándome.
 
"Tata... tata..."
 
Medio durmiendo aún me levanto y miro por la ventana. Me la encuentro sentada en el jardín y diciendome aquello de...
 
"Tengo un problema. Un problema muy grande"
 
En ese momento, de madrugada (vaaaale, era poco más de la una), y teniendo que levantarme temprano en vacaciones, con lo que me fastidia, y con un presentimiento de que iba a empezar a dolerme la cabeza de un momento a otro, no podía imaginarme que bárbaro problema podía tener mi hermana para estar sentada en el jardín sonriéndome.
 
"Hay una cucaracha en la entrada y no puedo pasar."
 
¡Dios santo! ¡Una cucaracha!
 
"Lo peor es que si abro la puerta, entra en la casa."
 
¡Ah, no! ¡Eso si que no! Verán... soy capaz de tirarme en paracaidas (me gustaría hacerlo), soy capaz de mantener la calma en una situación complicada (incluyendo entrevistas con profesores), soy capaz de irme a vivir durante un mes a otro país en casa de una familia nativa que no entiende mi idioma, pero soy incapaz de enfrentarme a una cucaracha. El mundo no es lo suficientemente grande como para albergar dos formas de vida tan opuestas como las cucarachas y yo. Y eso es un grave problema, pues he oído que por cada cucaracha que ves en una casa, hay miles escondidas debajo.
 
De modo que me apiado de mi hermana y decido ir a coger el spray para los insectos y salir a ayudarla. Mientras me dirijo al patio, pienso en por qué les tengo tanto pánico a las cucarachas. La culpa... de Stephen King. De pequeña ví una película con varias historias. En una de ellas un hombre mata a una cucaracha en su casa, y miles de ellas salen del techo para matar al hombre. Aquella visión me pareció más horrorosa que ver a Regan vomitando puré de guisantes, o a la pequeña Caroline diciendo aquello de "Ya están aquí, los hombre de la tele". El caso es que según me han dicho, esa película era de Stephen King.
 
Llego al patio, cojo el spray, y veo que tiene un dibujo de una hormiga. Dame hormigas, dame grillos, dame arañas, cualquier cosa, menos una cucaracha. Es que son terroríficas ya de por sí. Por un momento me imaginaba un bote de spray para los insectos con el dibujo de una asquerosa cucaracha, y entendí por qué ponían el dibujo de una inocente hormiga: para que la gente pueda comprar el spray sin sentir asco.
 
Con el spray en mi mano y sintiendome armada igual que si tuviera un tirachinas contra un psicopata asesino que decidiera venir a por mi para descuartizarme, me dirijo a la puerta de la calle, y recuerdo mi primer, y hasta ahora único encuentro decisivo con un ser de tan maléfica especie.
 
Ocurrió en mi habitacion de mi piso, y tuvo lugar porque a) era mi habitacion. b) tenía que dormir ahí esa noche y c) estaba sola en el piso y no iba a venir nadie en los siguientes tres días. De modo que era la cucaracha o yo. Estuvo a punto de ganar ella, pero mi spray pudo con ella a tiempo, y gracias a Dios, porque durante nuestra batalla me plantee seriamente sellar la habitación y mudarme al salón.
 
El caso es que abro la puerta de la calle (con el cuidado de quien sabe que su enemigo está acechando tras el umbral), y veo que no hay nada. mi primer pensamiento es "seguro que está en el techo, esperando a que salga para lanzarseme encima. El factor sorpresa es muy importante en este tipo de ataques" pero mi hermana me dice desde abajo...
 
"Está en el segundo escalón, mátala, mátala"
 
Sí, niña, yo la mato y vienen miles como en aquella película.
 
En este momento aparece mi hermana más pequeña preguntando qué pasa, y una vez se ha enterado de todos los detalles (otro día hablaré de la curiosidad de mi hermana pequeña). No sabía que hacer, y mi dolor de cabeza y cansancio iba en aumento, de modo que le digo a mi hermana que pase por encima de la cucaracha (como si yo lo hubiera hecho). Como no me hace caso, se me vienen a la cabeza libros que hablan de las cucarachas (es curioso lo que se viene a la mente en las situaciones así ocurridas en la madrugada). Así que lo primero que se me viene a la cabeza es Gregorio Samsa, convertido en un enorme insecto. Pero eso no es una cucaracha. Dicen que era un escarabajo, pero quién sabe, y mi enemigo acecha, de modo que tengo que ser más rápida al pensar (lo que no es nada fácil con el sueño que tenía y mi dolor de cabeza).
 
¡Cien años de soledad! En Cien años de soledad hablan de las cucarachas (y estuve a punto de dejar el libro por ello, a pesar de que es mi libro favorito). En el libro Aureliano Buendía (o cualquier otro Aureliano o José Arcadio), mantiene conversaciones sobre las cucarachas. Dicen que si hubiera una explosión nuclear, las cucarachas serían los únicos seres que sobrevivirían. También se me viene a la cabeza en ese momento que si le arrancas la cabeza a una cucaracha, aún seguiría viva tres días y acabaría muriendo de hambre, no de otra cosa. ¡Pero como no me va a dar miedo un bicho así! ¡Ya empezaba a imaginarme enormes cucarachas sin cabeza que se convierten en mutantes a causa de la radiación! Y si esa cucaracha que parecía distraída en el segundo escalón de mi casa sería capaz de sobrevivir a una explosión nuclear... ¿¿¿¡¡¡que daño puede hacerle el spray que constituye mi única arma!!!???
 
De modo que dejo el spray en el suelo, le grito a mi hermana que entre ya y me deje en paz, y me voy a la cama a dormir.
 
Esta mañana me he enterado que fue mi hermana pequeña la que salvó a la otra de dormir esa noche en el jardín de mi casa. Lo sé, lo sé. Huí como una cobarde. Lo reconozco y pido perdón. A mi hermana Sonia. A mi hermana María (la única valiente de las tres, por lo visto). Y a la cucaracha por no haber asistido a nuestro duelo particular. Me ganó la batalla esta vez. ¿La culpa? Ya lo he dicho: de Stephen King, Frank Kafka y Gabriel García Márquez. Y por supuesto, al inventor de la bomba atómica.
 
NOTA A LOS FABRICANTES DE INSECTICIDAS: ¿No sería posible introducir su producto en un envase que diera más confianza en sí mismo a la persona que lo usa? ¿Algo como una especie de ametralladora que disparase insecticida, con punto de mira, y un traje a prueba de bombas nucleares de regalo por cada envase?
 

viernes, julio 09, 2004

En silencio

Segundo día de posteo, y estoy en blanco, muy espesa. Esto me recuerda a una amiga a la que le hace gracia esa calificación: estar espeso. La primera vez que le dije que yo estaba espesa un día, se quedó sorprendida y me dijo que tantos años sintiendose de vez en cuando espesa, y nunca había encontrado una forma para definir como estaba, hasta que yo le dije que estaba espesa. Otro día encontró todo el significado a la expresión estar difuso. (Gracias, Eugenio, por haber ampliado mi vocabulario ;-) )

Y como digo, estoy bastante espesa hoy. Supongo que por eso he elegido este título para el post de hoy. En silencio, como el libro de uno de mis profesores. Explico: este profesor, ha escrito un libro. Se titula "En silencio" y consiste en una cuarenta páginas en blanco. Vendió todos los ejemplares en dos días, e incluso hubo críticos que le dijeron que su libro era una provocación. Por lo visto ahora está pensando en sacar una edición ampliada: en vez de cuarenta páginas, que sean sesenta. (sí, lo se, los filólogos le damos demasiadas vueltas a las cosas).

Y hablando de libros... estoy ahora mismo leyendo It. Dicen que Stephen King no es más que un escritor de terror, pero a todo el que diga eso, le reto a que lea este libro y compruebe el manejo del tiempo que hace. Es espectacular, y lo mejor es que consigue trasmitir lo que quiere.

Esto me recuerda a otro libro que leí hace poco. Se titula "Casa de campo" y es de José Donoso. El libro va de una casa de campo a la que van todos los veranos una familia, los Ventura. Un día los mayores deciden hacer una excursión dejando a los treinta y tres primos sólos en la casa. El libro, se supone, transcurre en un solo día. Pero, y ahí está lo asombroso del escritor, el misterio, y la irrealidad que envuelve todo, hace que quizás en vez de un día, sea más de un año. Lo bueno es que no se sabe exactamente si es un día o un año (y prefiero pensar que es un sólo día, para que la obra no perdiese lo real maravilloso).

Vaya, ya me he puesto en plan filóloga, hablando del tiempo en los libros. Me callo ya, y os dejo de nuevo en silencio.

martes, julio 06, 2004

En el principio fue la palabra

No sé que se supone que tengo que poner aquí para empezar, de modo que me presentaré. Hola, soy Laura. He encontrado este sitio para ir divagando, y me ha parecido genial. Normalmente tengo un cuaderno en el que divago, pero internet es más cómodo, o eso dicen, asi que también lo haré por aquí. No sé cuántas personas leeran esto (supongo que solo dos o tres), de modo que un saludo a todos ellos, y un agradecimiento por aguantarme cada día.

Sólo decir tres refleciones:

A) La vida es tan bonita como una margarita.

B) Por si alguien lo dudaba, Stephen King es el rey.

C)En mi proximo escrito, prometo ser más imaginativa.

Y como ahora voy al cine (uno de los mejores lugares de este planeta para encontrarse en cualquier momento), ciao a todos, y hasta la próxima.