viernes, agosto 20, 2004

El sueño de las calaveras

Los sueños (dice Homero) que son de Júpiter, y que él los envía. Y en otro lugar, que se han de creer.

Todos tenemos sueños, y no me refiero a sueños a cumplir en un futuro, sino sueños cuando dormimos, generados por el subconsciente, y sobre los que no tenemos ningún poder. Mas bien son ellos los que tienen poder sobre nosotros.

Sé que muchos no recuerdan sus sueños, y a ellos les compadezco. Más que nada porque a mi me gusta soñar. Me encanta soñar, sobre todo porque suelo tener sueños impredecibles, y de lo más variado. Y es de esto de lo que voy a hablar, de mis sueños, no sin antes excusarme por no haber escrito mi blog desde hace... bueno, desde hace mucho.

Anoche me acosté como siempre, y me dormí como siempre una media hora después. De repente me encontraba en una sala de operaciones, iban a operarme de un tumor y ya me habían puesto la anestesia. Yo estaba esperando a que hiciera efecto, y los médicos también. Pero ellos empezaban a impacientarse y yo tenia miedo de que empezaran antes de tiempo, así que quería dormirme. Por un extraño efecto contrario, en vez de dormirme, me desperté con una extraña sensación de ¿por qué no estoy en una sala de operaciones? y... ¿qué ha pasado con mi tumor?

Algo contrariada, fui a la cocina pero no podía quitarme la sensación de miedo. En ese momento hubiera sido normal encontrarme a un médico en el pasillo que me dijera algo así como: "Vuelva a su cama, señorita Pérez, tenemos que empezar".

El caso es que volví a la cama y cuando me dormí, ya me habían operado. Es raro lo que sucede en los sueños. Si tienes un sueño agradable y te despiertas, no sueles reengancharte, pero si es una pesadilla, seguramente no podrás salir de ella hasta que se hace de día. Bueno, ya estoy operada, pero aún tengo los puntos de sutura frescos de modo que... ¿qué hago yo en un cine? Y lo más importante... ¿que hago yo, recién operada en un cine que está a 1200 km de mi casa? Vaya, ahí veo a mis padres, quizás ellos me expliquen algo. Me acerco a ellos y me quieren llevar a casa. Yo me encuentro muy mal. Pero, ¿qué digo? ¡Claro que estoy mal! Me acaban de operar de un tumor y estoy en el cine. A veces los sueños tienen una lógica apabullante. Me llevan a casa en taxi, y me despierto. Ahora sí que estoy desconcertada.

Pero esto no es nada. Creo que fue mucho más raro aquella vez que soñé que estaba en mitad de una guerra, yo era una de las cabecillas, una de las importantes, y de repente, en mitad de una batalla crucial para la guerra... me encuentro en una especie de cine muy raro, con las butacas a unos 5 metros de altura, y recibiendo consejos de David Carradine. Que direis vosotros... ¿qué iba a hacer David Carradine dando consejos de guerra a esta tía en un cine con las butacas a unos cinco metros de altura? Pues eso mismo me preguntaba yo. Igual las butacas estaban a esa altura porque tenía miedo de que llegase Uma Thurman con su katana y le matase, que todo puede ser en un sueño. El caso es que acepto su consejo, sea el que sea, y sigo con mi guerra.

Y hablando de guerra... ¿pues no soñé yo el otro día que volvía a ser la cabecilla de un grupo rebelde, pero esta vez en mitad de la guerra de Secesión? Y disimulaba haciendo como que buscaba un cine en el que ver una película. (Para los curiosos, mi bando ganaba ambas guerras con el método de las guerrillas). Pero es que el cine ha marcado mi vida. He soñado con casi todas las películas que he visto, o con alguno de sus personajes. Cuando hay una película que espero durante mucho tiempo, acabo soñando tres o cuatro veces con ella justo antes o después del estreno. Pero, ¿qué queréis? si cuando fui por primera vez al cine tenía tres meses y medio de edad. Una cosa así tiene que marcar en la vida de una persona.

Y antes de acabar, haré un repaso a los buenos sueños, a los de terror. Más terrorífico que soñar con que te hagan una operación a vida o muerte unos médicos impacientes, es soñar con los personajes de las películas de terror. Regan ha estado varias veces en mis sueños, y también Caroline (que miedo me da esa niña aunque si lo piensas bien, en la película ella no era mala). Los nuevos niños también han estado presentes en mis pesadillas: Toshío, Samara, y otros. Pero el peor... el peor no salía en ninguna película, sino en un anuncio de televisión.

Ustedes recuerdan un anuncio en el que un señor quería ser el primero en llegar al polo norte, vestido con su traje de primera comunión, cantando las canciones de Georgie Dann, con Georgie Dann? Pues una vez me dormí, y de repente ví a ese señor. No se rían, no. Si alguien soñase que en su habitación se encuentra ese hombre, con su traje de marinero, y cantando La barbacoa, más de uno se asustaría. ¡No había pasado tanto miedo desde que me tapaba con las mantas hasta el cuello en pleno verano porque creía que Drácula iba a venir para morderme (y si me dormía, era peor, porque Freddy Krueguer acechaba en mi mundo onírico).

Pero a pesar de todo operaciones, niños tenebrosos y Georgie Dann, me encanta soñar. Es una alternativa a la vida real. Una alternativa mucho mejor que el mundo real. Como dice uno de mis escritores favoritos en uno de sus mejores libros, soñar tiene la función de liberarnos de la vida real. Si el sueño es agradable, lo pasamos mejor durante un rato, y si es una pesadilla, cumple su función al despertarnos y descubrir que todo es un sueño. Mi consejo: "Soñad y vencereis".

Dulces sueños a todos.