jueves, septiembre 23, 2004

El coloquio de Monos y Una

Monos: Sí, nombré a la muerte. Y aquí… ¡cuán singularmente suena esa palabra que antes llevaba el terror a todos los corazones, que manchaba todos los placeres!”

Anoche Gastoff me convenció para que viera con él “El planeta de los simios”. Pero primero les hablaré de Gastoff. Gastoff es mi mono. De modo que cuando se enteró de que daban “El planeta de los simios”, quiso verla, y no se le puede negar a Gastoff ver una película. Es un cinéfilo empedernido. Como se le meta en la cabeza que quiera ver una película no acepta un no como respuesta. De modo que se quitó las gafas de sol que le robó a Garfield (el gato de Eugenio), y nos pusimos los dos a ver la película. Los títulos de crédito ya fueron demasiado largos (y muy sosos), pero Gastoff no se deja impresionar por unos títulos de crédito largos y sosos, así que estaba entusiasmado por ver una película con sus semejantes.

Durante el principio le pregunté si acaso salía algún familiar suyo en la película, pero me dijo que no. Sólo un tío suyo quiso ser actor, y se presentó al casting de “En busca del arca perdida”, pero le dieron el papel al novio de la mona de Spielberg. El tío de Gastoff acabó haciendo películas de segunda categoría, pobre, pues según me ha dicho Gastoff, era un gran actor, y hubiera llegado lejos de haber tenido una gran oportunidad.

También trato de explicarle a Gastoff que la película que estamos viendo es una especie de remake de otra película, pero no le cuento lo de la Estatua de la Libertad para no estropearle el final. Cuando el protagonista aterriza en el planeta de los simios, Gastoff se lleva una desilusión. Esos no son simios, son humanos disfrazados de simios, con grandes efectos de maquillaje, pero suerte de que dan anuncios, porque durante ellos pude convencer a Gastoff de que siguiera viendo la película. No paraba de repetir “cuánto intrusismo, si mi tío levantara la cabeza…”

Pero conseguí que siguiera viendo la película. Seguí explicándole cosas, mientras me preguntaba por qué Tim Burton se mete en camisas de once varas. Con lo que me gustan a mí sus historias originales, y tiene que ponerse a dirigir un remake. Así sólo conseguirá ser el director menos favorito de Gastoff, como ya lo es de mi hermana María Cristina, después de que viera “Eduardo Manostijeras” porque dice que no le gusta que al final no se queden juntos (he intentado explicarle que el amor entre Winona Ryder y una especie de Johnny Frankestein Depp no puede funcionar, pero a ella le da igual).

La película estaba acabando (y Gastoff ya se había resignado desde hacía rato a que no le gustase la película), y yo espero que salga la Estatua de la Libertad, como Dios manda, pero sale una nave. Pero no pierdo la esperanza, igual sale luego. Todo acaba, el prota se va a la Tierra, y yo pienso… “bien, ahí estará la Estatua de la Libertad” y miro a Gastoff pensando “qué sorpresa se va a llevar”. Pero la Estatua de la Libertad ha sido sustituida por la estatua de Lincon con cara de simio. Que igual tiene sentido, conociendo a Tim Burton, pero no sé yo.

Gastoff acaba muy cabreado, y le prometo ver otro día “King Kong”, pero no le digo que Peter Jackson está preparando un remake, no vaya a ser que se niegue a verla.

Por último, le doy un beso de buenas noches, y le acuesto a dormir.

martes, septiembre 21, 2004


prueba Posted by Hello

lunes, septiembre 20, 2004

El sueño de las calaveras 2º

"Es así, cuando toca en cosas imposibles, y piadosas, que los sueñan Reyes, y grandes Señores, como se colige del doctísimo, y admirable Propercio en estos versos..."

Hoy os voy a contar otro sueño. Puede que me repita, pero es que me lo paso tan bien en mis sueños que no puedo evitarlo. Este ocurrió hace un par de días. Yo me acosté a dormir tan tranquila, y me puse a pensar en la última película que había visto (Cold mountain, o quizás otra), y de lo último que estaba leyendo (“El cuerpo” de Stephen King), y de repente, sin venir a cuento, me veo vestida de geisha a la entrada de un club. Supongo que esto fue motivado por “Memorias de una geisha” que lo leí hace poco, pero el caso es que ahí estaba yo, con una amiga (amiga en el sueño, que no en la realidad), tratando de engañar al portero para que nos dejase entrar. El caso es que yo estaba vestida así y trataba de entrar al club, porque yo era agente secreto. Sí, señores, agente del servicio secreto de su majestad. De pequeña era uno de los empleos que yo quería tener cuando fuera mayor. Demasiadas películas de James Bond, supongo.

Cuando consigo entrar al club, había por allí una panda de mafiosos. Yo era un componente del grupo, me había logrado infiltrar, y estaba tomando notas mentales y tal cuando alguno de los mafiosos dice que hay alguien infiltrado en el grupo. Yo pongo cara de “yo no he sido” porque en fin, ya se sabe como son estos mafiosos: llevas un micro oculto y empiezan a mirarte con mala cara, y como se enteren de que en realidad perteneces al servicio secreto, ya ni te cuento.

El capo empieza a acercarse a mí, y empiezo a planear una escapada en plan Kill Bill. Sí, lo sé, demasiado cine; pero me apasiona. El caso es que cuando ya me veo repartiendo patadas antes de que a los mafiosos les dé tiempo de sacar sus recortadas, el capo se acerca cada vez más a mí y de repente…
me despierto. De la impresión de no verme en mitad de un club rodeada de mafiosos cabreados me muerdo el labio (cosa que no recordaría hasta por la tarde de ese día).

Pero que lástima despertarme. Con lo que me gusta a mí ser agente secreto…

sábado, septiembre 18, 2004

La Odisea

"¡Oh diosa, hija de Zeus!, cuéntanos aunque no sea más que una parte de tales cosas."

¿Nunca habéis tenido uno de esos días en los que parece que todo se pone en vuestra contra? Pues mi día de ayer, fue uno de esos. Resulta que tenía que ir a hacer la matrícula para hacer el CAP, es decir, una especie de curso obligatorio para hacer oposiciones a profesor, y ese día… todo estaba en mi contra. Me sentí como Ulises tratando de llegar a Ítaca y con todos los dioses en mi contra.

7:30
Me levanto, pensando en que a estas horas de la mañana deben de estar cerradas las calles y no me van a dejar salir de mi casa, por lo que no se por qué me molesto, si no voy a poder llegar a ninguna parte.

8:02
Paso cerca de un bar en el que ponen una pizarra en la puerta todos los días con una cita de algún escritor o reflexión de algún artista y/o pensador que suelen molar, así que la leo. La de hoy dice: “La mayoría de lectores meten los libros en la biblioteca, la mayoría de escritores meten la biblioteca en los libros”. Si lo piensas bien, tiene su lógica, de modo que sigo mi camino pensando en la frasecita, aunque me gustaba más una que había escrita en una pared que decía: “Soñándome despierto o dormido, mis sueños nacen marcados por unos pasos imposibles. C. Baudelaire”.

8:15
Llego a la parada y me quedo con cara de “¿qué pinto yo aquí a estas horas de la mañana y por qué no tengo coche?” durante un buen rato.

8:25
Llega el autobús a Murcia y después de pagar mi billete, el conductor me dice que no hay sitio. Me quedo con cara de “yo no me bajo del autobús aunque venga Keanu Reeves diciéndome que hay una bomba en él”, de modo que dejo que el conductor llame a cuatro o cinco personas para buscar una solución. Decide sentarme en el asiento de al lado del conductor y llevar al resto de pasajeros que se han quedado sin asiento a un lugar donde puedan coger otro autobús.

8:35-9:10
Viaje en autobús. Sigo con cara de “¿qué hago yo aquí?” y “¿por qué no tengo coche?”

9:15
Vago como un gato por las calles de Murcia buscando una fotocopiadora abierta. Cuando la consigo, saco las fotocopias correspondientes, y salgo pitando a coger el autobús a Espinardo (la universidad).

9:50
Me bajo en la parada de “Facultad de Educación”. Después de esperar un buen rato, me dicen que me he equivocado de sitio. Sí, lo sé. Tendría que bajarme en la facultad de Ciencias de la Educación. Vaya error. Después de sentirme como Lisa Simpsons en el capítulo en que va al museo, y en vez de subirse en el autobús 18 se sube en el 18A; y en él no llega a la zona 52, sino a la zona 52A, donde hay un cartel muy gracioso con un mapa, y en el que pone “Usted está aquí, nosotros no”; voy otra vez a la parada y me quedo con cara de “¿a qué hora pasará el próximo autobús?”

10:30
Me canso de ver pasar camioneros que se me quedan mirando (decidido, es la última vez que me pongo falda para coger cinco autobuses en un mismo día). Y decido ir andando. Después de todo, solo hay aproximadamente siete centímetros desde donde estoy hasta donde tengo que llegar en el mapa que me ha dado la señora de secretaría, de modo que no puede haber mucho.

11:00
Después de pasar siete facultades, varios aularios, unas instalaciones deportivas, y dos hospitales (uno veterinario y uno de medicina), llego por fin al edificio D donde está el Instituto de Ciencias de la Educación, o ICE (que después critiquen los TIMOS de Harry Potter). Una vez allí pago 1.20 euros por un sobre de matricula y un pequeño libro cuya información podría haber conseguido en internet, cojo número y subo al tercer piso para hacer la matrícula. Allí me entero de que va por vez, y no por número, como en las carnicerías.

11:50
Diez personas delante mía (de las cuales dos iban a preguntar una cosa, y cuatro las han atendido en otro sitio por otras razones), han tardado cincuenta minutos en hacer su matrícula. Justo antes de que me toque, me pregunto a qué se dedica exactamente una señora que había al fondo, que se pasó veinticinco minutos de reloj hablando con alguien sobre su hija. Me reafirmo en mi decisión de querer ser funcionario del estado, y hago mi matrícula. Cuando veo el precio, casi me da un patatús, pero no puedo desmayarme porque tengo que coger otro autobús para volver a Murcia.

12:15
Esperando el autobús me hago una pregunta que será una incógnita el resto de mi vida. Resulta que en Murcia hay unos carteles que te indican qué tiempo falta para pasar el siguiente autobús, pero mi reloj debe atrasar, porque cada minuto del cartel, dura unos noventa segundos de mi reloj. Qué cosas. Otro error que cometí aquel día fue pensar con lógica. De pequeña me enseñaban en clases de matemáticas: “Si hay mucha gente que quiere ir de un lugar a otro, y de ese otro lugar al primero… ¿qué es lo lógico?” Mi respuesta es que pase un autobús cada diez minutos, pero en Murcia debe parecerle lógico que pasen tres juntos cada treinta. Con cara de “qué equivocada estoy con esto de la lógica, emprendo mi vuelta a Murcia.

12:50
Llego al lugar de encuentro con dos amigas (¡Hola Isa!), y descanso un momento.

13:15-13:45
Paso el tiempo en mi piso de Murcia y cuando nos entra hambre, nos vamos.

13:45-14:10
Volvemos a esperar otro autobús, pero viendo que no llega, nos vamos andando.

14:10
Cómo me gusta la comida china. Qué bueno está el arroz tres delicias. Que bien sienta el Wan-Tun frito después de un duro día de autobuses.

15:30
Otra espera más para otro autobús más. Si vuelvo a coger otro autobús hoy, me suicido. Vuelvo a querer un coche. Tendré que participar en todos los concursos que se sortee un coche que pille.

16:15
Llegamos al cine, compramos chocolate, y esperamos en la sala a que empiece. Vemos a unos chavales con pinta de estar en la edad del pavo, y nos tememos lo peor.

17:03
Empieza la película, La maldición 2, y nuestras peores sospechas se hacen realidad. Sonido de la madre de Toshio cuando quiere matar a alguien, y maullidos, todo ello por parte de los adolescentes antes mencionados.

18:00 (aprox.)
Muy cabreada, y después de gritarles algo a los “importunantes”, salgo a por el acomodador, y le amenazo con denunciar al cine si no hace que los importunantes se callen. De modo que entra en la sala, mi amiga Isa le dice que los importunantes son dos “pirulines” de la izquierda, y todos los de la fila de atrás, y el pobre acomodador tiene que acabar viendo a Toshio durante toda la película, para que nadie hable.

20:00
Cogemos el último autobús del día (después de pensar en la amenaza de suicidio de las 15:30), y vuelvo a Cartagena.

Vaya día.


sábado, septiembre 04, 2004

Un desafío: drama en tres actos y en prosa.

SIDNEY.- ¿Qué he hecho yo para merecer tanta dicha, miladi?


Que divertida que es la televisión. En cuatro minutos de una telenovela elegida al azar…

Un tío calvo con un parche en el ojo, se entera de que una tal Marcela, o Miurca, o algo por el estilo, está embarazada. Por lo visto, él la violó en algún capítulo anterior, y para acabar su venganza (no han dicho de qué se quiere vengar si fue él el que la violó a ella, y no al revés), quiere quitarle al niño y darlo a un orfanato. De modo que para enterarse si de verdad es suyo, va a ver a su madre (a la madre del del parche, no de la chica embarazada), y ella le dice que es cierto que está esperando un hijo, pero entonces aparece el hermano (otra vez el del del parche), y le dice que tendrá que pasar por encima de su cadáver si le quiere quitar al niño a la chica en cuestión. Después de una discusión, y de que uno de los personajes diga algo así como “Yo te juro que ví a Marcela con este único ojo que me queda” (a ver si alguien adivina cual de los personajes lo dijo). El caso es que la madre de estos dos, y el hermano bueno, deciden ir a ver a Marcela para decirle lo que ha pasado. Me doy cuenta de que repiten mucho lo que pasa para que nadie se pierda, y si alguien pasa la tele de canal por casualidad, se entere bien de que va la cosa y empiece a picarse. Se me acaba de ocurrir un experimento. Consiste en ver una vez al día cinco minutos sólo de una telenovela cualquiera. Apuesto lo que sea a que el sujeto del experimento no se perderá nada interesante, y se enterará de toda la historia. Si alguien se ofrece voluntario para que experimente con él, que me lo haga saber.

Después sale una chica muy rubia que está mirando ropa de bebé, por lo que deduzco que es Marcela (ya tenia ganas de verla, tanto hablar de ella). Cuando se entera de lo que ha pasado se cabrea mucho, mucho, y les dice a todos que el hijo que espera es de un doctor. Sea como sea, no me espero a que salga el doctor este. Me aburro. ¿qué estarán dando en otros canales?

Vaya, un programa de estos en los que se cuenta la vida de los famosos. En un cartelito azul, en el borde inferior derecho de la pantalla se lee: “María: fui testigo de los malos tratos de Ernesto a Carmina”. Por lo visto una tal María está hablando de la vida de otras personas ajenas a ella, y dando su opinión de lo que pasó. La presentadora pone cara de “Me voy a mostrar condescendiente con esta mujer siempre que ella siga hablando de los famosos, que es lo que le gusta a la audiencia”. El resto de personas en plató, haciendo preguntas a la tal María. Me aburro. ¿Qué darán en otra cadena?

Vaya, introducción a un nuevo programa titulado “La granja”. Esto es como Gran Hermano, pero más aburrido, así que cambio de canal.

Este está codificado. Pero visto lo visto, es mejor que otras cosas que dan en otros canales. De todas formas no me entero de nada, así que…

¡Documental! Esto sí que me gusta. A ver si va de algo interesante. Vaya, se titula “Nuestros caminos de Santiago”, y parece que acaba de empezar. Quien habla es un tal Mateus, que dice ser “el guardián de los caminos”. También sale más gente hablando de sus experiencias en el camino de Santiago. Vaya, echo de menos a los animales que suelen protagonizar estos programas. El típico león que lucha con la típica hiena para comerse al típico elefante, y cosas así. Aunque una amiga mía dice que últimamente está viendo unos documentales muy interesantes. Tratan de lo que hay de verdad en las leyendas, como por qué muere la gente que profana las pirámides de Egipto, o si existen realmente los vampiros. Tendré que conseguir alguno de estos…

Vaya anuncios. Esto si que es interesante, o lo era. Ya no son como antes. Ahora hay alguno bueno, pero antes… eso sí que eran otros tiempos. Pero esta es otra historia, y debe ser contada en otra ocasión. Por ahora me quedo con la publicidad, y si alguien quiere escucharme, le diré que si quiere sacarle partido a su televisor, que lo use para poner encima la típica figura de la sevillana, que siempre queda como muy español.

Yo por ahora apago la tele, y me conecto a internet, que además, para cuando dan una película buena, siempre es de madrugada… otro motivo más para hacerme vampiro.