sábado, febrero 07, 2009

Expiación

El camino subía y bajaba: "Sube o baja según se va o se viene. Para el que va, sube; para el que viene, baja."

Pedro Páramo, Juan Rulfo.

Ayer vi Expiación, y me hizo pensar sobre la forma de contar una historia que tienen algunos libros o algunas películas. La historia de Expiación no es gran cosa, es simple y bastante predecible, pero ha sido aclamada por la crítica y todos los que conozco que la han visto la han alabado. ¿Por qué? Por la forma que tiene de ser contada, enredando la estructura y con muchos flash back.

¿Habría sido tan aclamada si no fuera por esta estructura tan particular? No lo creo.

¿Realmente hace falta enredar la forma de contar una historia para que sea buena? Tampoco lo creo.

Os pondré un par de ejemplos: Cantando bajo la lluvia, Lo que el viento se llevó, o el Quijote son grandes historias que han sido contadas sin necesidad de flashbacks continuos o enredo de estructura.

¿Mejora una historia si se enreda un poco la estructura para contarla? Desde luego.

Otro par de ejemplos: Titanic, Cien años de soledad, Pedro Páramo o la misma Expiación son grandes historias que mejoran porque tienen flashbacks o se ha enredado un poco o mucho la estructura.

Esto me lleva a la conversación que tuve con una compañera de trabajo. Yo dije que me gusta la literatura hispanoamericana, y ella me dijo que a ella no le gustaba nada porque (y cito) “cuanto más se enrede la estructura, cuanto más sufran los personajes y cuanto más canten las chicharras por la noche, mejor considerada está la obra”.

No estoy de acuerdo. Si bien Gabriel García Márquez, Julio Cortázar o Juan Rulfo han utilizado todos los recursos que dijo esta mujer, no se puede resumir algo como Pedro Páramo con esos tres datos. El enredo de la estructura no resume lo que siente el lector cuando trata de desentrañar lo que le pasa a Pedro Páramo en Comala, y mucho menos resume lo que siente el lector cuando empieza Cien años de soledad con la maravillosa frase:

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.”

Es cierto que los personajes sufren, pero, ¿acaso es suficiente esa definición para resumir cómo es la vida en Macondo de Úrsula y su prole? ¿La angustia que siente Juan Preciado al dirigirse a Comala para conocer a su padre? ¿Los pensamientos de los habitantes de un pequeño pueblo al saber que Santiago Nasar va a morir y que el único que no sabe que va a ser asesinado es él mismo?

También es cierto que la chicharra canta por la noche en las novelas hispanoamericanas, pero, ¿es lo único que sucede en pueblos que han llegado a ser tan reales para los lectores como Macondo, Comala o Luvina?

Soy una gran defensora de la literatura hispanoamericana. Creo que en el siglo XX ha superado a la literatura española, sin menospreciar, por supuesto, a algunos grandes escritores españoles.

Es curioso cómo he empezado a hablar de Expiación y he acabado defendiendo la literatura hispanoamericana. Será que yo también enredo la estructura.