viernes, abril 13, 2007

Stardust

"Cuántas leguas hasta Babilonia.
Tres veces cinco leguas y no mil.
¿Puedo llegar allí a la luz de un candil?
Sí, y también puedo volver.
Si eres ágil de cabeza y pies,
puedes llegar allí y luego volver."

Me encanta preparar un viaje. Ya sé que es muy pesado, pero no puedo evitarlo. Éste en especial es más complicado de preparar que todos los viajes anteriores que haya podido hacer.
En los demás viajes lo más problemático era hacer la maleta. En este, lo problemático empezó en Diciembre, y hasta que no vuelva a pisar suelo español no dejará de haber inconvenientes.
Primero almacenar información. En oficinas de turismo, estaciones de tren, y el gran amigo de todo viajero: Internet. Páginas webs y foros interminables han servido para dar unas orientaciones generales y de ayuda para decidir sitios que visitar. Con la libertad de movimientos que vamos a tener durante 22 días, podríamos ver un millón de cosas, y seleccionar sólo unas pocas ha sido muy complicado. Después, comprobar que es materialmente posible estar en los sitios que hemos seleccionado en el tiempo que hemos seleccionado. También hay que comprobar alojamiento, precios, etc. Hay que conseguir el dinero total antes de empezar a hacer reservas y eso también ha sido algo complicado, pero a poco de conseguirlo, puedo decir que casi puedo tocar el viaje con la punta de mis dedos. Espero agarrarlo bien.

Luego vienen los trámites administrativos. Sacar el pasaporte después de una espera de hora y media de pie, y otra hora y cuarto sentada, en un día lluvioso donde el madrugón, el frío, el cansancio, y el hambre hasta que logramos llegar a una cafetería fueron un buen anticipo de lo que nos esperará durante el viaje, fue una ardua tarea, pero alentadora. Ya sé que para viajar por la Comunidad Europea no hace falta llevar pasaporte, pero como en este viaje vamos un poco a la aventura, nunca está de más llevar toda la documentación posible. Los trámites administrativo-sanitarios fueron más infructuosos. Después de volver a andar por la ciudad bajo la lluvia, y de dos edificios públicos esperando turno, no pudieron hacerme la cartilla sanitaria con validez para la Comunidad Europea. Ya me encargaré de eso más adelante.

Hoy por fin he podido recoger el pasaporte y me ha hecho ilusión. Es una prueba física de que el viaje está más cerca. Sé que aún nos quedan muchas cosas por hacer: sacar billetes, reservar alojamientos, reducir todo el equipaje posible en siete kilos de peso...

Y cuando empiece el viaje también será duro: madrugar cada día, dormir en posturas incómodas, frío, cansancio, hambre, frustración al perder algún tren o ferry, horas y horas de esperas...

Pero si consigo cumplir sólo algunos de los objetivos del viaje todo habrá merecido la pena: empezar a escribir un libro en un parque de novela, chocarme contra una columna determinada, estar en un pueblo donde alguien hizo un trato con uno de los Eternos, tratar de buscar algún monstruo legendario, visitar el pasado por primera vez, probar el chocolate como si no lo hubiera hecho nunca, y viajar a través de siglos pasados. Además, si consigo alguno de los objetivos secundarios, más difíciles de lograr, el viaje va a ser algo inolvidable. Todo habrá quedado olvidado si consigo tener a Gary Oldman o a Ralph Fiennes a un par de metros de mí, y pueda gritar “¡Yatai!”.

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PD: Si veo por allí a Helena Bonham Carter, trataré de preguntarle si es cierto que a Tim Burton se le ocurren las buenas ideas durante los desayunos.