sábado, abril 23, 2005

Las cuatro después de media noche

En el desierto vi una criatura desnuda, bestial, que, acuclillada en el suelo, tenía su corazón entre las manos y comía de él

Últimamente he estado viendo algunas películas de terror, y han hecho que me pregunte lo siguiente: ¿Qué hace de una película de terror, ser una buena película de terror?

Según unos matemáticos, que no tenían otra cosa mejor que hacer, y se dedicaron a crear una fórmula matemática para determinar cuándo una película de terror es buena, y cuando no (y acabaron determinando que la mejor película de terror de la historia del cine era El resplandor); había múltiples factores como la iluminación (o la falta de ésta), el número reducido de personajes o los lugares aislados; para hacer el buen terror. Pero había algo que no me terminaba de gustar del todo en esta fórmula. Estos señores, científicos para más señas, decían que una película de terror daba más terror, cuanto más creíble fuese el tema. Esto no me convenció del todo. Y haciendo recuento, me pregunté a mí misma: ¿Sé lo que hicisteis el último verano da más miedo que El exorcista porque el tema es más creíble? Que cada cual responda lo que quiera.

Pero todo esto me ha hecho reflexionar, y escribir este post que tratará de dar doce sencillos pasos para saber qué hace que una película de terror dé miedo.


Episodio I: “¿Cuál es tú película de terror favorita?”

Desde que era pequeña, y veía películas de terror con mi abuela fingiendo que no me daban miedo para poder seguir viéndolas la semana siguiente, he clasificado las películas de terror, por temas. A saber: asesinos, monstruos, sucesos paranormales y sucesos sobrenaturales. Dentro de las de asesinos, no tenía duda que mi favorito era Freddy Krueguer. Ya no hacen asesinos como dios manda. Antes teníamos a Freddy, a Jason, asesinos que no dudaban en matar a sus víctimas sin meter la pata, ni dar sermones sobre los motivos que les llevan a matar. Como te durmieses y Freddy apareciese en tus sueños, sabías que ibas a morir sin remedio; como te encontrases con Jason, sabías que ibas a morir sin poder evitarlo. Los asesinos de ahora no tienen ese punto psicópata. Más parece que matan por llamar la atención. Veamos la saga de Scream, por ejemplo, que puso de moda el género a mediados de los 90. El asesino de la primera parte, está bien, te engaña, y casi logra que te creas que es capaz de matar a Sidney. Pero no es lo suficientemente psicópata. De la segunda parte, mejor ni hablo. Y de la tercera, es el mejor de la saga. Le mete una paliza a Sidney, y parece que de verdad vaya a matarla, incluso tratan de meter el tema del asesino sobrehumano. Pero nada comparado con los de antes. Esos sí que tienen la vena psicótica. Ayer, sin ir más lejos, vi El cabo del miedo. Robert de Niro hace de un buen asesino. Es psicópata, no tiene escrúpulos, y tiene ese toque de sobrenatural, lo que hace que sea un asesino casi invencible, lo que hace que realmente temamos por la vida de los protagonistas. Pero los asesinos de ahora...


Episodio II: “La sangre es vida”

Dentro de la categoría de monstruos (que he llamado así por ponerle un nombre), están todos los seres que pueblan la imaginación de todo niño: vampiros, hombres lobo, zombies... He de decir que mi favorito siempre ha sido Drácula (como el de casi todo el mundo). Un ser que se alimenta de la vida de los demás, además de terrorífico, es bastante trágico, porque vamos a ver: Si él se alimenta, yo muero; pero muero porque es su naturaleza, él no puede evitarlo, si no se alimenta, muere él... o no, porque en la mayoría de estos casos, el malo es sobrenatural, invencible, terrorífico. Cuanto más fuerte sea el malo, más terror nos causa. Si a un vampiro sólo puedes matarle con una estaca en el corazón, ajo, un crucifijo o la luz del sol, vamos mal. Lo de la luz del sol no es viable, porque estos seres no son lo suficientemente estúpidos como para dejarse engañar y dejarse conducir hacia la luz. Lo del ajo y el crucifijo está bien, pero en el mejor de los casos, el daño es menor, así que no conseguimos nada. De modo que la única forma de acabar con el vampiro es con la estaca en el corazón. A ver quién se atreve a acercarse a un ser tan poderoso con sólo una estaca de madera. Es casi de suicidas. Además, siempre salen de noche, cuando nuestros mayores terrores se hacen realidad... ¡qué miedo! Pero últimamente, las películas de vampiros dejan mucho que desear. No creo recordar haber visto ninguna que me haya gustado. Hace poco vi Blade, y está bien, pero como digo en mi post sobre los malos, en cuanto son protagonistas dejan de molar, y de dar miedo. Además, muchos efectos especiales, pero nada de terror. ¿Qué hay de la oscuridad en casi toda la película? ¿De la chica indefensa por quien temer? Ya no hay nada de eso, así que las películas pierden su gracia.

Sobre hombres lobo y zombies... Los hombres lobo, apenas me han dado nunca miedo. Los zombies, sí, pero depende de cómo sean. Por ejemplo: los zombies de Resident Evil están bien, pero se mueven demasiado lentos (los perros sí que dan miedo). En cambio, los zombies de 28 días después, sí me dieron miedo, porque se movían deprisa. Así haces que temas por los protagonistas, que te metas en la situación.


Episodio III: “Bonito día para un exorcismo

Las películas de temas paranormales, son las que normalmente dan más miedo. No sé por qué esas personas (sí, los científicos matemáticos que no tienen nada más productivo que hacer que ver películas de terror), dicen que estos temas son poco creíbles. Lo que tienen que hacer estas películas es hacer que te metas en ellas, que te creas la historia dentro de la historia, y no si la historia puede suceder fuera de la historia. Además, ¿quiénes son estos científicos para decir que lo que pase en estas películas es poco creíble? Poco probable, lo acepto, pero poco creíble, no. El exorcista, Poltergeist, hacen que pases miedo durante y después de la película. Haces que temas por las niñas protagonistas, y hacen que eches un vistazo a tus espaldas de vez en cuando. ¿Por qué el terror oriental está teniendo tanto éxito últimamente? Pues porque recuperan estos temas, y porque en parte, lo hacen bien. Estoy segura de que cualquier par de frases de El exorcista puestas aquí, a voz de pronto; da más miedo que ver una película completa de las que están ahora mismo en la cartelera.


Episodio IV: “Hay un hombre en mi ventana, ¿me das un vaso de agua?”

Dentro de este tema de los sucesos sobrenaturales, están sobre todo las películas de extraterrestres, cuya presencia es menor en el género. La verdad es que sólo se me ocurre una película de terror sobre alienígenas que me haya gustado, y esta es Señales. Tengo que decir que una de las escenas que más me gustó, es al final, cuando están en el sótano, y la cámara cae al suelo. ¡Terror por defecto de imagen! Eso sí que mola. Que dé terror lo que no se ve en la pantalla.


Episodio V: “Si esto es una leyenda, ¿dónde está la sorpresa final?”

Las películas de ahora se suelen basar en una cosa: la sorpresa final. Supongo que guionistas y directores se han puesto de acuerdo para pensar que sin suspense para saber quién es el asesino, o sorpresa final que te ponga del revés las casi dos horas de película, no hay buen terror. Pues, ¿les digo una cosa, señores guionistas y directores? Se equivocan. Estoy de acuerdo en que hay buenas películas de terror con sorpresa final, pero no es algo imprescindible. El gabinete del doctor Caligari, es un ejemplo de buena película con sorpresa final. Pero, por poner un ejemplo de la misma época, Nosferatu es otro ejemplo de buena película sin sorpresa final. Muchas grandes películas de terror de las buenas pueden tener sorpresa final, como Psicosis; pero no se basan únicamente en eso, y ahí reside su grandeza. Por seguir hablando de Psicosis, de acuerdo, la sorpresa final es buena, pero también lo es el ambiente del motel, el personaje de Norman Bates, incluso la figura de su madre, que sin salir apenas, da terror.


Episodio VI: “Todos nos volvemos locos de vez en cuando

Las paranoias personales es algo que da mucho terror, y es algo que no suelen utilizar últimamente en las películas. Si un personaje tiene una fobia, una manía, o sospechas de que pueda ocurrir algo, aunque acabe no ocurriendo, el espectador siente el mismo miedo que el personaje. Hace poco vi también Luz que agoniza. La protagonista escucha ruidos en el piso de arriba, y la luz de gas disminuye... acabé emparanoiándome yo también sobre los ruidos y sobre la luz. Ese ambiente de restricción, ese miedo de la protagonista, son contagiosos; y las películas de hoy en día no explotan ese recurso. Corregidme si me equivoco, pero no recuerdo ninguna película que haga algo así bien, desde hace años.


Episodio VII: “Mi novio acaba de morir, ¿por qué iba a ducharme?”

Porque no hay película con escena de ducha que no sea buena. Y si bien la simple idea de la ducha, en principio no inspira mucho terror, los datos hablan por sí mismos. Supongo que la ducha es uno de esos sitios donde estamos solos con nosotros mismos, y empezamos a pensar, y a pensar... y a sentir miedo, al fin y al cabo. Supongo que un director capaz de meter una buena escena de ducha, no puede ser tan malo como para fastidiarlo el resto de la película. Y si a alguien no le convence este argumento, le recuerdo la película antes citada, Psicosis, que tiene su escena de ducha.


Episodio VIII: “La carne es débil, Johnny, sólo el alma es inmortal. Y la tuya me pertenece

Y así es. Cuanto más débil sea el/la protagonista, y más fuerte sea el/la antagonista, más miedo se pasa. Como he dicho antes, con lo de los vampiros, un malo que sea sobrenatural, que haya muy pocas posibilidades de acabar con él, cuanto más fuerte sea, más terror inspira. El resplandor, por ejemplo. Jack Torrance, un hombre exalcohólico interpretado por Jack Nicholson, con todo un hotel fantasma de su lado, y un palo de roqué... (perdón, ha sido un lapsus) un hacha; se enfrenta a un niño con un amigo invisible que ha decidido no dirigirle la palabra mientras estén en dicho hotel; y a su madre, una mujer indefensa con la voz de Verónica Forqué. El resultado... te pasas toda la película rezando por el pobre Danny, para que el hombre del hacha no le rompa su frágil cabecita. En El exorcista, el mismísimo Satanás tiene poseído el cuerpo de una niña de diez años que trata de pedir desesperadamente ayuda a su madre divorciada. En La semilla del diablo (dejo constancia de que no he leído la película, sólo he leído el libro... esas cosas que hacemos los filólogos), una mujer es vendida al diablo por su marido para que tenga un hijo con ella, y por si fuera poco, la mujer, ya embarazada, tiene que enfrentarse con sus vecinos. En Misery, un escritor que apenas puede moverse es secuestrado por una mujer que es capaz de cortarle una pierna de un golpe. Son las películas en las que la situación sobrepasa a los protagonistas las que más miedo dan.


Episodio IX: “Fijaos que sorpresa, alguien ha cortado el teléfono

Otro requisito casi imprescindible es que los personajes en peligro estén aislados. Pero últimamente no buscan buenos motivos para aislar a la gente. Se conforman con que los personajes pasen toda la película en una casa cualquiera. A ver, en El resplandor, es la excusa de un trabajo para aislar a los tres protagonistas durante todo el invierno; en Psicosis, es un motel apartado, pero en principio iba a ser una sola noche; en El exorcista sí que es una casa cualquiera, o mejor dicho, una habitación cualquiera, pero la excusa es buena: ¡El diablo tiene secuestrada a Regan! Recuerdo que en Posesión infernal también estaban en una casa, pero como el bosque estaba en su contra, era peor: árboles que cobraban vida, puentes que caían...


Episodio X: “Ve hacia la luz, Carol Anne

O hacia la falta de luz. Cuanta más oscuridad haya en una película mejor. Hay que inventarse lo que sea para que haya oscuridad: una tormenta en mitad del bosque, un apagón en una casa encantada, la bombilla del desván se funde, las pilas de la linterna se apagan en el momento crítico... O como en El silencio de los cordero, cuando Clarice está completamente a oscuras, y el asesino la observa con gafas de visión nocturna... Esa escena sí que da miedo. Si insinúas que hay algo, y quitas luz de la pantalla, el espectador empezará a ponerse nervioso... ¡la sala está oscura!


Episodio XI: “Y la gente dice: si esto lo viera en una película, no me lo creería

Ya he dicho que el que una historia sea creíble en el mundo real, no es argumento suficiente como para descatalogar una película de terror, pero tampoco hay que hacer una historia demasiado fantástica como para que el espectador se la tome a risa. El truco está en hacer que algo increíble se convierta en creíble. Que el espectador no se olvide de la película al salir de la sala porque eso nunca le podría pasar a él. Cuando una película de terror es realmente buena, por la noche, en la oscuridad, se recuerda. Es inevitable. Hay que hacer que el espectador se plantee: “Y si...”


Episodio XII: “¿Se han callado ya sus corderos, Clarice?”

En definitiva, para que una película de terror sea buena, hay que haber visto muchas películas de terror antes, y tener ganas de hacer una buena película, y no sólo una película taquillera. Actualmente puedo ir a cualquier cine, y habrá un mínimo de dos películas en cartel que sean de terror. Pero ninguna que me haga tener pesadillas.



Por mi parte no me queda nada más que decir, excepto que seguiré esperando y viendo viejos clásicos.