martes, marzo 29, 2005

Las flores del mal

¡El diablo es quien juega con los hilos que nos mueven!
Encontramos la belleza en lo más repugnante
Y, cada día, a través de las tinieblas pestilentes
Avanzamos perdidos un paso hacia el infierno.

El mal está presente en nuestras vidas, y aparentemente, solemos alejarnos de él. Al ver una película o leer un libro, solemos estar de parte del protagonista, que suele ser el bueno, pero la realidad es que es el mal el que más nos atrae. Si no... ¿Por qué nos atraen tanto los malos?

Me basaré en varias pruebas. Si alguien dice “El silencio de los corderos”, pensamos automáticamente en Hannibal Lecter, encerrado en su celda con su máscara puesta. De hecho, las siguientes partes han sido una en la que él es el protagonista, y otra cuyo mayor atractivo consistía en descubrir cómo consiguieron encerrarle en la cárcel. Puede que la protagonista sea Clarice Starling, pero como mola Hannibal. Ahora me referiré a la serie V. ¿A que han pensado en Diana comiéndose un ratón? Está claro. Los malos son los mejores.

Y hay actores que saben muy bien eso. Kevin Spacey en Seven. Es el mejor. Nunca olvidaré la escena en la que se presenta en comisaría y enseña sus manos sin huellas dactilares. Un actor que suele hacer de malo: Alan Rickman. Según me han dicho, a él le gusta hacer teatro, y sólo hace cine por divertirse. ¿Y qué mejor diversión que la de hacer de malo? Porque vea donde lo vea, es el malo: La jungla de cristal, Robin Hood, e incluso en Love Actually hace un personaje negativo, aunque no hace de personaje tan negativo en Dogma (aunque ser la voz de Dios, tampoco es muy normal), ni en Sentido y Sensibilidad. Pero me encanta haciendo de malo en Harry Potter. Es lo mejor de la primera película... esa primera entrada que hace en clase, que da miedo... “No permitiré ni vanos encantamientos, ni aireo de varitas mágicas en mi clase”. ¡Me encanta Snape! Y la verdad es que Alan Rickman lo clava. En la segunda parte, comparte el puesto a “lo mejor de Harry Potter” con Kenneth Branagh. Otro que también hace de malo en esta parte... bueno, si no de malo en el sentido más estricto de la palabra, sí en un sentido figurado. Después de todo, cuando se descubre su secreto, no es muy bueno que digamos.

Y en la tercera parte, Alan Rickman comparte puesto con Gary Olman. Otro que sabe lo buenos que son los malos. Este hombre suele hacer de malo, y qué bien lo hace. Aquí es Sirius Black, un expresidiario fugado capaz de matar a quien se cruce en su camino. Pero en Drácula... como mola haciendo de Drácula. Es el mejor. La verdad es que no recuerdo ninguna película en la que salga él que no haga de malo: Air force one, El quinto elemento... Y ustedes me dirán: en La letra escarlata no hace de malo. Bueno, depende de cómo se mire. (Sonia, no sigas leyendo, o te chafo la peli) Si lo miramos desde el lado de un predicador que tiene relaciones con una mujer, y que por culpa de esas relaciones a ella le ponen la letra escarlata de infiel, y hasta la tachan de bruja... bueno, lo que se dice bueno, no es que sea. Pero ahora que caigo, sí que hay una película en la que no hace de malo. Se trata de Interestatal 60, una película que vi por casualidad en una de mis excursiones por Murcia. En esta hace de una especie de genio que cumple deseos. Aparentemente, no es muy malo... pero sí bastante cabrón. ¿Habéis oído eso de “cuidado con lo que deseas”? Pues este genio lo lleva a rajatabla.

Con el siguiente actor que mencionaré, se produce un fenómeno muy curioso, y es que lo vea en la película que lo vea, siempre me parece que es el malo. Se trata de Jack Nicholson, y aunque salga en una comedia romántica, me parece que es el asesino. ¿No tienen ustedes esa impresión? No sé si es por algún trauma relacionado con El resplandor, o porque de verdad tiene cara de malo. Aunque mirando sus películas, le pasa lo que a Gary Oldman, que o hace de malo, o de loco: El resplandor, Alguien voló sobre el nido del cuco, Mars Atack, Algunos hombres buenos, Batman, e incluso Mejor imposible.

Con este elenco de actores, parece que los mejores papeles son los de malos. Y es verdad. Los personajes malos tienen un no sé qué que nos atraen. Pero para que un malo funcione como tal, hay una característica imprescindible: que sea secundario. El protagonista tiene que ser bueno, y el antagonista, el malo. En caso de que el protagonista sea el malo, se convierte en bueno. ¿Por qué? Pues porque nos sentimos identificados con el protagonista, y no nos podemos sentir identificados con alguien de moral dudosa. Hagan la prueba. Si vemos una película de policías, los policías son los buenos; y si vemos una película de ladrones, los ladrones son los buenos. Es como en Kill Bill: Uma Thurman, ¿es la buena o la mala? Porque aparentemente es la buena, pero cumple todos los requisitos para ser la mala. Es una asesina, no tiene escrúpulos salvo con la hija de Vernita Green, y actúa por venganza. ¿O los malos son los demás? Bueno, de acuerdo que ellos mataron a todos en la boda, pero actúaban por órdenes de Bill, y no hacían nada que ella no hubiera hecho también. De modo que se supondría que el malo es Bill, pero él sólo actúa por venganza, igual que ella, cuando se entera de por qué le dejó ella. Así que sea quien sea el malo en esta película, a mí me encantan todos.

Sólo se me ocurren dos película en las que el malo es el protagonista y conserva su halo de maldad intacto: El talento de Mr. Ripley, aunque viendo la película puede decirse que vale, que Ripley es malo, pero porque la vida lo ha hecho así. La verdad es que la moral de Dickie Greanleaf no es muy buena, y podemos pensar que es él quien empuja a Ripley a ser malo. Pero no lo creo. Ya antes de conocer a Dickie da un nombre falso. Creo que este personaje tiene la maldad corriendo por sus venas, y por eso me gusta tanto. Además, Matt Damon lo borda. Tanto que pensé que no me iba a gustar John Malkovich como Ripley porque iba a estar pensando en Matt Damon haciendo el papel, pero cuando vi El juego de Ripley, tuve que plantearme el dilema de cual de los dos hace mejor ese papel. No pude elegir a uno. John Malkovich es otro de lo que puede hacer un personaje de moral más que dudosa y ser creíble. He leído que es muy posible que interprete a Voldemort en Harry Potter, y espero que así sea. Porque hay que ser muy buen actor para hacer de malo. Claro que todo el mérito no es de los actores. Un buen personaje malo, es lo mejor.

Ya he dicho que para que un malo sea bueno, tiene que ser secundario: En el silencio de los corderos, Hannibal funciona porque es secundario. En la segunda parte, han querido darle un papel más principal, y la película es un desastre. Independientemente de que la película sea mala o no, Hannibal no es del todo creíble. En cambio, Gary Oldman (que por si alguien no lo ha reconocido, es el hombre desfigurado que quiere vengarse de Hannibal), sí resulta mejor como malo en esa película. Hannibal, al tener un papel más principal, se convierte casi en bueno, así que no funciona. En El dragón rojo, vuelve a funcionar Hannibal Lecter, vuelve a tener un papel más secundario, y el personaje del dragón rojo, interpretado por Ralph Fiennes, también funciona. Me encanta este como malo: no tiene moral ninguna, y tiene ese punto de psicópata que hacen de un malo, un buen malo.

Es la característica que tienen que tener los malos de las películas de terror. Todas las buenas películas de terror tienen un psicópata: Freddy Krueguer en Pesadilla en Elm Street, Jack Torrance en El Resplandor, Norman Bates en Psicosis, incluso Regan tiene ese punto psicópata cuando está poseída por el demonio.

Como me dijo uno de mis profesores hace tiempo: para que una historia funcione, tiene que tener dos característica: un bueno, muy bueno y muy indefenso; y un malo, muy malo y muy poderoso. Y como dice un dicho conocido: Los niños buenos van al cielo, y los malos donde quieren.

No sé ustedes, pero yo prefiero a un buen malo antes que a los buenos. En Smallville, por ejemplo. Mi personaje favorito es Lex Luthor, y sobre todo al final de esta tercera temporada, donde ya se está viendo que realmente puede llegar a ser muy malo. Hasta ahora ese papel lo estaba cumpliendo su padre, Lionel, que también me encantaba. Pero Lex, es Lex, y teniendo en cuenta su futuro, no puede dejar de ser mi favorito.

En otra serie, esta vez de dibujos, aparecen malos, muy malos. Me refiero, claro está, a las Supernenas. Los malos de esta serie son geniales, desde Mojo Jojo, hasta “un malo tan malo que sólo decir su nombre, causa terror en quien lo dice, y por eso le llamamos simplemente “Ese”. ¿Cómo no me va a gustar un personaje cuya presentación es esta? Y siguiendo con las historias infantiles, veré ahora dos de mis malos favoritos. En primer lugar Jafar, el malo de Aladdin. Cómo mola este personaje. Es mi favorito en la historia. De hecho, cuando fui a Disneyland, y lo vi, salí corriendo para hacerme una fotografía con él, y él, haciendo honor a su maldad, me tapó la cara para la foto. A quien también vi, y por quien también corrí a hacerme una foto fue a James Garfio, el antagonista de Peter Pan. Este sí que mola, sobre todo en la penúltima adaptación que hicieron, donde lo interpreta Jason Isaac (que también hace de Lucius Malfoy en Harry Potter). Este es uno de mis malo favoritos. Igual que Peter Pan, pero en el lado malvado. Son como Jeckyll y Hide, pero uno de niño, y otro de adulto. No sé por qué, pero siempre he tenido la impresión de que Garfio tampoco quiere crecer. De hecho es pirata, y no es capaz de alejarse mucho de Nunca Jamás. Creo que los malos siempre tienen una relación muy estrecha con los buenos, y no pueden vivir sin ellos. Su maldad radica en la contraposición con los buenos, y si los buenos no existieran, ellos no serían malos. Estoy segura de que si alguno de estos malos tuviera la oportunidad de acabar con el personaje bueno, no lo harían. Como en el capítulo de los Simpsons en el que Bob tiene la oportunidad de acabar con Bart y lo deja vivir porque dice que se ha acostumbrado a él, y cuando salía por la ventana le dijo aquello de "Volveremos a encontrarnos, Bart".

Y pasemos a las películas basadas en comics. No sé cual será vuestro personaje favorito de X-Men, pero el mío es Magneto, aunque no sé si por el personaje en sí, o porque lo interpreta Ian McKellen. La verdad es que en los comics que he leído sobre X-men no aparece mucho, así que no puedo comparar. En Constantine, que vi hace poco, ya he mencionado en el blog de Eugenio que me encantó Satanás. En Elektra, me gustaron mucho los malos que salían, y así en casi todas.

En la saga de Scream, por ejemplo. Los malos de la primera parte son geniales. Logran engañar. Los de la segunda, no tanto. No tienen sustancia, no tienen motivación, no son creíbles. Pero el de la tercera parte... ese sí que parecía que iba a matar de verdad a Sidney. Es como en El Resplandor. Si ves a Jack Nicholson, parece que de verdad quiere matar a Danny, pero en la miniserie, a quien pusieron de Jack Torrance, parecía incapaz de matar una mosca.

Todo esto se incrementa cuando el malo, es un niño. ¿Qué me dicen si les nombro a Regan del exorcista, a Damien de La profecía, y más actualmente a Samara de la señal, o a Toshio de la maldición? Supongo que dan más miedo por la inocencia que se supone que tienen que tener los niños, y que estos no tienen. El caso es que funcionan como malos.

En definitiva, lo que me gusta (y supongo que a ustedes también), es lo que decía mi profesor: “un malo, muy malo, y muy poderoso”, a lo que añadiría “que no tenga ningún tipo de escrúpulo, que tenga un punto psicópata, y que sea interpretado por uno de los actores citados con anterioridad en caso de querer hacer la adaptación al cine.”

viernes, marzo 25, 2005

La máquina del tiempo III

La tienda:
“Cosas necesarias
un nuevo tipo de tienda
¡no darán crédito a sus ojos!”

Y una tercera vez, retrocedamos en el tiempo...

...¿Alguna vez se han parado a reflexionar por qué nos atraen tanto las cosas “gratuitas? ¿Los descuentos en lo que compramos? ¿Y qué me dicen de esos regalos que nos hacen las revistas? Es una droga.

Hagan la prueba. Vayan al quiosco más cercano, y traten de no comprar algo en lo que ponga “* de regalo”. Da igual lo que sea, o si nos hace falta, porque en cuando lo vemos, nos atrae como si estuviera escrito en luces de neon, y nuestra salvación dependiera de poseer o no ese regalo.

Hoy he ido a comprarme el Cinemanía. Más que nada, porque aparece Angelina Jolie en la portada con el parche negro, y anuncian un reportaje de “Sky Captain and the world of tomorrow” en el interior. Y al ver lo que la revista llevaba de regalo, he podido resistirme aún menos... ¡Una cinta para el móvil “de regalo”! Al verla, Sonia me ha pedido que se la dé, pero... ¿Qué se ha creído? Es MI regalo. Búscate tú otra revista. Puede que ya tenga una de esas cintas de las Supernenas, pero oye, esta es “de regalo”.
Y es que Cinemanía sabe montárselo. En septiembre me convencieron de que comprase la revista porque llevaba unas gafas de Garfield con funda y todo “de regalo”. ¡Yo las quiero! ¡Las necesito! ¡Aunque tenga que regalárselas a Gastoff porque son tan pequeñas que no me valen! Y María quería quitármelas... ¡Es MI regalo! ¡Gastoff las necesita!

Claro que con María es con la que más discuto por estas cuestiones. Allá por mayo, salió en la Opinión, o La verdad, la colección de posters de Harry Potter y el prisionero de Azkaban “de regalo”. Ni que decir tiene que me compré el periódico durante cinco jueves consecutivos para conseguir los posters. ¿Qué el de esta semana no me gusta? ¡Da igual! ¡Es de regalo!

¿Y qué pasa con la alegría que me llevo cuando recibo las cartas de Yves Rocher? Al compara cualquier cosa, te regalan collares, monederos, peluches, muestras de perfumes... ¡Y todo “de regalo”! ¿Qué la bufanda que regalan este mes me produce sarpullido? ¡Da igual! ¡Es “de regalo”! Que se lo digan a Susana, que se compró una revista porque llevaba un paraguas “de regalo” que tuvo que tirar tres semanas después porque ya no servía, pero... ¡era “ de regalo”!

Pero para regalos gordos, los que se reciben por correo. Cuando recibo una de esas cartas en las que ponen “Querida señora Pérez, ha resultado usted ganadora”... es que se me ilumina la mirada de una forma... ¡Que emocionante! ¿Qué me habrá tocado esta vez? Un coche, videocámaras, un millón de euros, un viaje a Egipto, el anillo de la reina Noor... Claro que para ganar eso tienes que realizar un pedido, pero... ¿Qué más da? ¡Es “de regalo”! Que me dan ganas de contestarles:

“Queridos amigos de Galería del coleccionista. Me gustaría que me mandasen el ajedrez con piezas talladas en marfil al estilo Luis XVI, a pagar en cómodos plazos mensuales durante los próximos veintitrés años. Pagaré lo que sea, pero por favor, mándenme algo “de regalo”... lo que sea... me conformo con los alfiles”.

Si es que los grupos políticos no saben montárselo. Si yo me presentase a la presidencia, mi eslogan sería: “Si me votas, te enviaré a casa un pin “de regalo”. ¿Alguien podría resistirse?

jueves, marzo 24, 2005

La máquina del tiempo II

Noche de guerra en el museo del Prado:
“Dulce, tierno y bravo a la vez al por tanto tiempo golpeado indio nicaragüense, en su bello idioma con deje de remota antigüedad precolombina, por aquellos caminos encendidos a la noche de cocuyos, engarzadas luciérnagas, a veces como ajorcas en sus tobillos para iluminarse la tierra que van pisando.”

Volvemos a retroceder unos meses...

...Hay veces en las que te lías y sin saber cómo, acabas acostándote a las seis de la mañana. Anoche, por ejemplo. Estábamos en el salón Eugenio, Sonia, Marisa y yo, pensando qué íbamos a cenar. Durante la preparación, hicimos planes para esa noche. Ver Kill Bill vol. 2, y quizás, jugar a Scene it, un juego nuevo muy divertido sobre cine, con DVD incluido.

De modo que preparo el DVD de Kill Bill y me detuvieron. ¡A las 11 iban a dar el nuevo anuncio de Freixenett! ¿Cómo oso? ¡Hay que ver ese anuncio todos los años! (y cualquiera convencía de lo contrario a Marisa). Así que cenamos y vimos el dichoso anuncio, este año con... ¡Pierce Brosnan! ¿Qué puedo decir del anuncio? Algo soso, y el tío este con cara de James Bond. He de decir que nadie, excepto Sean Connery, será nunca James Bond. Echando de menos más burbujitas, empezamos a ver la peli. ¡Como mola Uma Thurman con katana! ¿Y qué decir de ese Pai Mei? Reto a un duelo al amacecer en una playa privada a cualquiera que diga que esta película es mala.

Así que acabamos a eso de la una (incluyendo el visionado de una escena eliminada en la que David Carradine se carga a unos tíos), y empezamos a jugar al Scene it. Las preguntas más divertidas eran las que se dirigían a los cuatro y ganaba el primero que respondiese. Así cuando nos preguntaron a qué película pertenecía la siguiente melodía, y empezó a sonar “As time goes by”, Eugenio, Sonia y yo, empezamos a gritar... ¡Casablanca, Casablanca! Mientras que Marisa, que no le salía el título, chillaba cual cerdo que se dirigiese al matadero. Creo que esa fue la pregunta más divertida de toda la partida. Y ganó Eugenio. Claro, preguntándole a qué raza pertenecen Arwen y Elrond, qué película de Chris Columbus del 2001 tenía como lema “Creerás en la magia”, o qué película completa la trilogía que iniciaron El silencio de los corderos y Hannibal... Ya le vale.

¡Segunda partida! Porque Eugenio nos ganó tan rápido que apenas pudimos saborear el juego. Más preguntas, más respuestas, más gritos, y una partida más ganada por Eugenio. ¡Castigado! Vuelves a empezar desde la casilla de salida para darnos a los demás una oportunidad de ganar. Y va Marisa y gana ella. ¡Qué frustración! Voy a tener que ir más al cine (¡Yupi! ¡Ya tengo una excusa!)

De modo que son más de las dos. ¿Nos vamos a dormir? ¿O sacamos el Risk del Señor de los anillos y que Eugenio nos enseñe? Es una mejor opción. De modo que mientras que Isa y yo situábamos nuestro ejércitos para enfrentarnos fuera del tablero, Eugenio le enseñaba a Sonia las reglas.

Empezamos a jugar, y a eso de las seis decidimos dejar de jugar. Contamos los territorios, y con 13 conquistados gano... ¡yo! Así que apartamos a Sonia de la cocina para que no se ponga a hacer tortitas a esas horas y nos vamos a dormir. No sin antes escuchar el grito de Isa desde mi habitación, mirando fijamente al póster que tengo sobre mi cama, y gritando “¡Qué frustración! ¡La única que no ha acertado lo de Casablanca, y la única que tiene que dormir bajo el póster de la película!”. Una vez en la cama, me pregunto.. ¿Cómo he llegado a acostarme a las 6:30 de la mañana? ¿Tan largo era el anuncio de Freixenett?

Bueno, sea como sea, consigo dormirme, justo después de poner el despertador a las dos de la tarde, por si acaso. Y de acuerdo que mi facultad de cinéfila se ha puesto en entredicho esta noche, pero... qué gran estratega soy.

miércoles, marzo 23, 2005

La máquina del tiempo

Episodios nacionales:
"Remitía ya la fiebre romántica; iba pasando la violencia de las pasiones, comúnmente fingida, pasando iban los audaces giros de expresión, las rebuscadas antítesis, el dilema terrible de amor o muerte, las casualidades fatalistas por las que el socorro de un afligido llegaba siempre tarde; pasaba también la humorada suicida y la monomanía de poblar de cipreses y sauces el campo de nuestra existencia. Don Juan Tenorio, que apareció en abril del 44, fue acogida como una obra tardía, que llegaba con tres años de retraso. Tres habían pasado desde la temprana muerte del gran Espronceda y creyérase que había transcurrido un cuarto de siglo."

Tengo unos post escritos desde hace un tiempo... así que retrocedamos hasta el día después de la noche de todos los santos...

...Todo comenzó con un boicot. Llegué al Corte Inglés e ldía de la salida del último libro de García Márquez y la dependienta me dijo que iba a tardar un día más en llegarles. Supongo que después de diez años sin una novela suya, no iba a importar un día más, pero yo lo tenía que tener en ese momento... como regalo de mi santo, quizás. Así que me fui a una librería muy mona que hay frente a la universidad, y me lo compré. ¡Viva el boicot!

Cuando lo leí unos días después... el mejor García Márquez está desde el primer párrafo. El planteamiento del libro es el de un hombre de 90 años que en la víspera de su cumpleaños decide deleitarse con una chica virgen. A partir de ahí, recuerda todas las mujeres que han pasado por su vida. Pero Delgadina, la chica virgen, acaba convirtiéndose en la única. La única capaz de salvarle de los 90 años que cumple. ¿Y cómo hace eso? Durmiendo. Así, sin más. Esa es la magia de García Márquez.

Y de ahí a la noche de todos los santos, cuando las ánimas regresan por una noche para vagar por la tierra. Bécquer sí que da miedo, y no el Halloween americano. ¿Qué es eso de Dulce o broma, cuando tenemos una noche tan tradicional española sin tener que pasar el Atlántico? Si va a tener razón el anuncio de Mahou cinco estrellas que ponen antes de los trailers en el cine, y vamos a tener que ver más cine español.

El caso es que esa noche es la noche de “Don Juan Tenorio”, la gran obra de Zorrilla, llena de amores contrariados y espíritus que regresan de la tumba cuando les invitas a cenar. Pero si hasta el protagonista presencia su propio entierro, ¿cómo pretenden los americanos competir con eso?

La obra estuvo genial, pero la compañía regular. Los actores algo malos, excepto la que interpretaba a Brígida. Doña Inés era demasiado monótona, y don Juan demasiado mayor, tanto que en vez de 30 que dice que tener al final de la obra, parece pasar los 45.
Pero me gusto el final, con los negros espíritus agarrando a don Juan para llevárselo al infierno... y el monólogo final de doña Inés... me dejó sin palabras, como siempre.