domingo, julio 17, 2005

Tres sombreros de copa

MARCELINO-. ¡Pobre tía Paula! Aborrecer ella a Susana... ¡Y Susana ser aborrecida!... ¿Por qué ese afán de pensar mal de todo? ¿De querer descubrir, aun en lo más sencillo y simple, un secreto, un pecado...? ¿Tú no comprendes entonces que en el mundo pueda haber gente buena?”

Después de leer ayer “Maribel y la extraña familia”, y el año pasado “Tres sombreros de copa”, me veo obligada a dedicar un post a Miguel Mihura, dramaturgo, de mediados de siglo, y, para mí, uno de los mejores de este siglo en España. Pero tuvo un pequeño fallo: se equivocó de época.

El caso es que escribió en 1932 “Tres sombreros de copa”, una de las mejores obras del absurdo que he leído, junto con, claro está, “Esperando a Godot”. Por aquella época, para los que recordareis, Lorca estaba escribiendo y estrenando sus obras, del tipo de “Mariana Pineda” o “Bodas de sangre”, así que una obra del absurdo, no era entendida por nadie (“Ubú rey”, preludio del absurdo se había estrenado en 1896, pero hasta “Esperando a Godot” en 1952 el absurdo no puede tener cabida). ¡Un español se adelantó 20 años a él!

Otra pega que tiene este autor es que “Tres sombreros de copa” es de lo mejor, y ya se sabe lo que pasa cuando un autor da de pleno con su primera obra, que las restantes, brillan con menos luz.

Así que ayer me puse a leer “Maribel y la extraña familia” por probar, y resulta que me gustó casi tanto como la primera. La obra va de lo siguiente: Dos mujeres mayores, muy anticuadas, quieren que el hijo de una de ellas se case con una chica moderna, porque es como ellas no han podido ser nunca. El hijo, que se llama Marcelino, encuentra a la chica ideal, Maribel, en un bar, y le gusta tanto que sea tan abierta, tan moderna, tan alegre, que quiere casarse con ella. Pero hay algo que ni él ni las dos mujeres saben sobre Maribel: es una prostituta. El choque entre las dos mujeres mayores anticuadas que quieren ser modernas, y la chica joven que lo es, y que no entiende cómo esas tres personas pueden ser tan inocentes, es cómico ya desde el principio (impresionante la visita alquilada del principio, o la conversación de las dos mujeres sobre lo poco que duran los hombres), pero de la comedia pasa a la total profundidad de los sentimientos, pasando por las sospechas que me recordaron a “Eloísa está debajo de un almendro”, de Jardiel Poncela, pero sin tanta comedia.

Pero, ¿qué me gustó de esta obra? Que realmente no pasa nada, si lo miras bien; y en cambio, los personajes sufren una transformación increíble. Maribel, sobre todo; pero el personaje de Marcelino, en la última página, tiene una profundidad asombrosa.

En “Tres sombreros de copa”, trata de un hombre que va a casarse al día siguiente, y esa noche en el hotel, tendrá que convivir con una compañía de teatro, si no recuerdo mal.

Situaciones de absurdo total, y comedia conseguida con la tragedia que encierran los personajes es lo mejor de Mihura, que para el que no lo sepa, es el encargado de que “Bienvenido Mr. Marshall” sea una gran película.

Lo dicho, Mihura dentro de mi lista de favoritos.

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